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10 de mayo de 2015

Autos de fe. Por Sandro Guerra


Autos de fe.
Por Sandro Guerra

Los autos de fe fueron actos creados por la Santa Inquisición Española hace unos quinientos años. Eran eventos públicos en los que judíos, musulmanes, y “erejes”, negaban su fe, confesaban sus culpas, y abrazaban “fervientemente” la religión católica. Conversiones masivas fueron logradas gracias a los elocuente argumento de hogueras, espadas, y convincentes instrumentos de tortura. Fue así que España unifico sus reinos y construyo nuestra cruz.
La historia no se repite pero a menudo rima, y rima muy especialmente en un país como Cuba, un país tan poético como polémico. Un país donde el futuro es cada vez mas antiguo, donde el presente es tiempo revuelto, y donde aun viven antiguas y oscuras tradiciones ibéricas.
Muchos se han sorprendieron e incluso indignado con el controversial anuncio de Alan Gross de su regreso a Cuba para promover los viajes de estadounidenses a la  isla prometida. Esta reacción no es ilógica; pocos extranjeros conocen como el señor Gross los métodos oficiales de persuasión y hospitalidad, pues se hospedó durante mas seis años en una de sus cárceles. Su prolongada estancia se debió a que el señor Gross fue capturado cual Melquíades llevando  peligrosos artefactos mágicos al reino sacro santo del  verde-olivo.
Es sabido que en el pasado otros huéspedes extranjeros han acudido abilmente al auto de fe, o la nacionalidad sueca, ante la posibilidad de una extensa estancia en la isla. Este es el conocido caso de Angel Carromero y Aron Modig, testigos del doloroso atentado a Oswaldo Payá. Quienes mas tarde o mas temprano tuvieron el coraje de redimir sus historias a pesar de las serias y repetidas amenazas.
Pero por qué rasgarse las vestiduras con la decisión de Gross? Qué razones llevan a un hombre a abogar por su verdugo?  No sabemos cual pudo ser el precio secreto de su libertad, ni las verdaderas razones de su repentina “buena fe”. Como juzgarlo? Como condenarlo? Yo no puedo hacerlo, no pase años de mi vida en una celda lejos de mi familia, ni quisiera nunca tener que usar sus zapatos.
La dictadura cubana es experta en construir actos de ilusionismo cuidadosamente diseñados para que el exilio “infiel” caiga en la trampa, para que le tiremos piedras a un señor mayor y enfermo, ante los rostros horrorizados de los beatos; para que desviemos  nuestra energía hacia batallas tan inganables como innecesarias, para que hablemos de los temas que ellos deciden, y mas importante aun para que no nos concentremos en explicar al mundo la realidad de Cuba de una manera directa sobria y efectiva.
Es por esta razón que yo me uno a Gross para invitar a los seguidores de la religión oficial cubana a conocer la Santa Sede, Los invito a viajar a otra dimensión, un lugar no solo de los sentidos, sino también de la mente, un viaje a una tierra embrujada cuyas fronteras son las de la imaginación. Pero es importante que esta cursada se haga dentro de ciertas condiciones especiales para poder entender el verdadero sentido de esta difícil fe. Es necesario que el fiel vaya con solamente $20 dólares y que además conozcan lugares mas allá de las playas de Tarará y Varadero. Es necesario que conozcan los hospitales con enfermedades terminales, que coma picadillo sin carne, pan de boniato, que tomen café de chícharo,  que hablen con los obreros felices de trabajar por $15 dólares al mes, que conozcan a las pioneras de alquiler.  A los barrios no anunciados en las revistas capitalistas, que vaya al Fanguito, Colón, Guanabacoa a los llega y pon.
Vaya no dejen que se lo cuenten conózcalo usted de primera mano a la “democrática”  dictadura del “proletareado” Pero no se sorprenda si una extraña y fraternal sonrisa le dice con voz escalofriante: Welcome!    …To the Twilight Zone.

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