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2 de abril de 2015

Cuba it's not a country, it's a business (la oposición ¿ingenua?)


Cuba it's not a country, it's a business (la oposición ¿ingenua?)
Por Ray Luna

La instauración que ya nadie recuerda

Sólo hubo un dictador en el mundo, en toda la historia, que abandonó el poder así sin más, y fue Sila. Nadie sabe por qué. Inteligente, ambicioso y sin escrúpulos; bajo sus órdenes el ejército romano tomó por primera vez su propia ciudad. Nombrado dictador, no por el Senado y para un período de seis meses como la antigua constitución romana prescribía, sino por el pueblo y por tiempo indefinido, (Lucio Cornelio) Sila introdujo en Roma la sangrienta práctica de las proscripciones. A los enemigos, cuyos nombres habían sido publicados en las listas negras, se les decomisaba su hacienda y las más de las veces terminaron pagando con sus vidas. Roma se llenó de sicofantas, su delación continua contribuía al terror y múltiples fortunas antiguas cambiaron de manos. Se sentó con ello para el futuro el precedente de que toda revolución estaría abanderada por la chivatería y el advenimiento —y enriquecimiento— de personas sin escrúpulos al poder.

Si esto le suena, si le es familiar, significa que conoce el caso cubano o lo es. Huelga decir que la analogía imperial que estoy haciendo aquí no es una exageración. El propio Antonio José Ponte, ensayista cubano y co-director del periódico digital Diario de Cuba, ha hecho la misma analogía no hace pocos días, pues, Cuba es en realidad un pequeño imperio y yo así lo creo también: funciona, tal vez, no como el romano, sino como el Imperio Ateniense, a base de coaliciones estratégicas. Por supuesto, las coaliciones de Cuba con Venezuela, Argentina y los demás países en vías de involución socialistoide no se dan tanto en el plano militar —que sí las hay— como en el diplomático-ideológico-económico.

Imperator, de hecho, era un título carente de perpetuidad que conferían por aclamación los soldados a sus generales.

No sin razón he dicho a algún amigo antes que Venezuela es la Cuba Continental.

Bueno, el caso es que Sila se encaramó en el poder rodeado de una casta plebeyo-patricia para llevar a cabo una serie de reformas que nada tienen que ver con el caso cubano, a la verdad, salvo el fortalecimiento del ejército y la ayuda a los soldados veteranos. Lo que deseo advertir, sin embargo, al lector es lo siguiente: un día, así nomás, Sila, estando en su zenit, en la cúspide del poder, decidió misteriosamente abdicar de la dictadura en el 79 a. C. Regresó a su condición de ciudadano privado y poco tiempo después murió. ¡Esto jamás pasará en Cuba!

Fuera de Sila, no hay un solo dictador que haya abandonado el poder voluntariamente. Fidel Castro, por ejemplo, fue obligado a hacerlo por su propio cuerpo. Nadie, por fortuna, ha podido vencer la edad.

La sucesión ¿cómo será?

Se acerca el momento de la sucesión en Cuba. Y esto es algo de lo que la oposición está muy al tanto; aunque no parezca tener un plan definido para cuando el momento llegue. La sucesión será, para continuar con la analogía al estilo romano, así: la atribución del máximo poder a una sola persona dejará, lógicamente, un vacío institucional a la muerte de Raúl Castro. De hecho él mismo está tratando de llenarlo aplicando un único y antiquísimo principio al proceso de incorporación de un posible sucesor: la identificación del sucesor con la persona del pirnceps reinante. O sea, su yerno. O mejor dicho, su hijo adoptivo. Si no fuera así ¿por qué razón, entonces, se le han concedido progresivamente poderes si no es la persona escogida para sucederlo en el poder? Este principio de sucesión ya fue eficazmente aplicado en la parte continental de Cuba.

Las sucesiones sucesivas (de la tiranía a la tiranía)

A la muerte de Raúl Castro, con la situación tan deteriorada como está y el agravamiento imparable de la economía, lo más probable es que estalle una insurrección militar y que la generalada termine matándose mutuamente. Ello acarrea consigo dos cosas que cambiarán la concepción del poder que hasta ahora tienen los cubanos: el ejército continuará interviniendo constantemente en las cuestiones políticas y la oposición perderá su poca capacidad.

Por supuesto, cabe la probabilidad de que la Asamblea Nacional se muestre en desacuerdo con el nombramiento de un militar al poder y proponga al civil santaclareño que ha sido visto —hasta el momento— también como un posible sucesor. La Asamblea Nacional de Cuba, no obstante, podría, tras la muerte del emperadorcito, readquirir el poder legislativo que antes se concentraba en aquel. Pasaría así de la función indefinida que cumple actualmente a una más propia. Es difícil pronosticar cuáles serán las reacciones del resto del ejecutivo (Consejo de Estado) y del poder judicial (Tribunal Supremo y Fiscalía General) en esta inevitable escena cuando fallezca la persona en la radicaban estos poderes políticos. No olvidemos que sus élites castrenses están estrechamente relacionadas con la familia en el poder. Algo sí es seguro: la burocracia, es decir, los distintos ministerios cuya función no consiste en apoyar algún órgano colegiado, sino estrictamente al dictador, y cuyas competencias se hallan a veces al margen de la Asamblea Nacional del Poder Popular, se moverá como el pasto tomando la dirección de los vientos políticos.

Es obligado entender que ninguna conspiración para un coup d'État alcanzará el éxito si no encuentra apoyo en el ejército. Pero cabe, igualmente, la posibilidad de que el ejército se mantenga fiel a la familia en el poder. Es muy factible que incluso el nombramiento de un sucesor venga, no del ejército, sino de la guardia pretoriana, esto es, el MININT. Quizá sea la primera vez en muchos años que la sucesión del poder no se decida en L'abana, sino en las provincias. ¿Habrá nuevas confiscaciones y exilios?, no cabe duda.
Recuérdese que los cubanos, de cualquier estamento, a menudo aceptan sin reflexión el poder absoluto por la confianza en la capacidad intelectual y humana que durante un tiempo inspiró falsamente Fidel Castro.

En realidad, los planteamientos humanitarios universales de muchos de sus discursos sobre temas internacionales nunca acompañaron la reducción paulatina de la miseria espiritual y material que en un principio había prometido al país. Para los cubanos la suposición de que los que vienen después de Fidel, están tan capacitados como él, será siempre una idea latente, por lo que cualquier idiota podría absolutizar el poder a un grado nunca antes visto. (La represión de los primeros años de la revolución puede repetirse con toda seguridad.)

Aunque muchos no verían con buenos ojos una confrontación entre el imperium militae (los que mandan el ejército) y el imperium domi (los que mandan en el D.S.E.) ello podría traer grandes ventajas a la oposición pacífica. Por desgracia, también grandes riesgos.

«Los peligros de las negociaciones» y «La gran estrategia» de Gene Sharp

No sé si la oposición no esté previendo el cambio que se avecina o si se trata de un disimulo estratégico. Sin embargo, es una mala señal que no se haya aprovechado la coyuntura de las negociaciones diplomáticas entre el gobierno cubano y el estadounidense para acelerar el paso en la reconstrucción —puerta por puerta— de la estructura social civil cubana. Y ahora perdóneseme que traiga a colación el silvino —y maligno— pero válido verso: “hay que dejar la casa y el sillón”. No es que no esté trabajando la oposición, es que tiene que hacer un cambio de velocidad drástico en su labor.

Se acerca la Cumbre de las Américas, a la que algunos opositores asistirán, un evento histórico inaudito. Ahora bien, al leer los recientes artículos de Rafael Rojas y Yoani Sánchez: “La moral dela derrota”, publicado en Diario de Cuba en enero de este año, y “Polarización y sociedad civil”, publicado el 26 de Marzo en 14Ymedio, respectivamente; me da la impresión de que la idea romántica de la negociación está minando el pensamiento de estos dos opositores. Me temo, además, que sea una idea que esté animando los espíritus de la oposición en general. Por eso deseo recordar otras ideas, francamente opuestas, las de Gene Sharp.

De hecho, me estoy preguntando, si los viajes de algunos opositores internos a Europa no han servido de nada. Es obvio que esos viajes tuvieron el objetivo de conocer la experiencia transicional no-violenta de aquellos países. No se me oculta que la oposición cubana, de dentro y de fuera, está en contacto con las ideas de Sharp desde los años NO-ventas.

En su célebre manual sobre cómo derrocar no-violentamente una dictadura, Sharp es clarísimo y crudísimo al respecto en el capítulo «Los peligros de las negociaciones». Para no agobiar al lector con un cúmulo abstruso de citas resumiré algunos de sus corolarios:

1. Lo primero que Sharp —muy ásperamente— nos dice es que es un error buscar un arreglo con la dictadura, puesto que, los dictadores carecen de sentido común y humanidad; y que nada estimula a los dictadores a separarse del poder. Afirma que la negociación es un instrumento muy útil sólo en algunos casos; por ende, no debe rechazarse del todo cuando es apropiada. Para Sharp, sólo un cambio decisivo en la correlación de fuerzas a favor de la oposición puede salvaguardar los asuntos básicos en los que no se puede transigir cuando se negocia con un dictador. Pero este cambio en la correlación de fuerzas no se consigue negociando, sino luchando. La negociación, de otra parte, no es un medio realista de terminar con una dictadura si no existe una poderosa oposición democrática, como, francamente, sucede con el caso cubano.



2. También es un hecho para él, que la larga duración de la lucha prodemocrática puede hacer que algunos líderes se sientan tentados a dialogar, pero la realidad es que los dictadores jamás cumplen su palabra. Por tanto, la oposición debe aprender a moderar el romanticismo que se suele asociar a las negociaciones.

3. Sharp asevera: “Una negociación no significa que las dos partes se sientan juntas —como iguales— y conversan hasta resolver el problema que produjo el conflicto entre ellas (…) Es necesario recordar dos verdades: primera, que en las negociaciones no es la relativa justicia de los puntos de vista en conflicto y sus objetivos lo que determina el contenido del acuerdo negociado; segunda, que el contenido de este lo determinará mayormente la capacidad de poder de cada parte (…) los verdaderos resultados de las negociaciones se derivan de una evaluación realista de las situaciones de poder absoluto y relativo de los grupos contendientes”.

4. El objetivo primordial en una negociación, cuando una dictadura es aún más o menos fuerte, no es otro que buscar el acomodo futuro de la fuerza en el poder en el nuevo escenario político, esto es, buscarán que la oposición conceda que se les permita convertirse en un partido político o abandonar el poder político sin abandonar el mando del ejército y cosas por el estilo.

5. Así, según Sharp: “Cualesquiera que sean las promesas que los dictadores ofrezcan en un acuerdo negociado, uno no debe olvidar que ellos son capaces de prometer cualquier cosa con tal de lograr el sometimiento de las fuerzas opositoras democráticas y después, descaradamente, violar esos mismos acuerdos (…) Si los demócratas acuerdan parar la resistencia a cambio de un alivio en la represión, van a quedar muy defraudados (…) Una suspensión de la resistencia muy raramente conduce a una disminución de la represión (…) Cuando cesa la presión de la oposición interna o internacional, los dictadores pueden ejercer la opresión y la violencia aún más brutalmente que antes (…) En casi todos los casos la resistencia debe continuar hasta que los dictadores sean expulsados del poder. El triunfo lo determina con más frecuencia, no la negociación de un arreglo, sino el uso acertado de los métodos de resistencia más apropiados y poderosos posibles (…) los negociadores democráticos o los especialistas extranjeros aceptados para asistir a los negociadores pueden, de un solo plumazo, dotar a los dictadores de una legitimidad doméstica e internacional que previamente se les había negado a causa de haberse apoderado del estado, las violaciones de los derechos humanos y las brutalidades cometidas (…) Sin esa legitimidad, tan desesperadamente necesitada, no pueden los dictadores continuar gobernando indefinidamente”.

Los representantes prodemocráticos no deben, por ningún concepto, suministrar legitimidad de algún tipo a la dictadura de los Castro en esa Cumbre.
Dejo, además, aquí el susodicho capítulo en formato de audiolibro por si usted desea ir más allá.





Espero, sinceramente, que los miembros de la oposición que representarán realmente a los cubanos estén listos para prever cualquier situación resultante de una negociación entre los dos gobiernos.
Tres cosas deben entenderse con urgentica:
a) El gobierno cubano no está negociando con la oposición, sino con otro gobierno. El que los Estados Unidos intenten integrar a la oposición democrática cubana en dicha negociación, no significa que ello tenga repercusión alguna en dicha negociación. Puede tratarse de una sencilla pero efectiva simulación.
b) No debe depositarse la confianza de un cambio verdadero en Cuba, de un cambio pacífico con justicia y dignidad, en un gobierno extranjero. El gobierno de los Estados Unidos no representa los interés de los cubanos de a pie. Cuba es para el gobierno norteamericano sólo un negocio y nada más.
c) Si el gobierno de los Estados Unidos busca un diálogo sobre derechos humanos, no es porque se interese estrictamente en los cubanos más desprotegidos, sino porque desea disponer el terreno legal propicio para sus inversionistas.
Por eso dejo aquí anotada cuál debería ser la gran estrategia de la oposición cubana y una medida práctica encaminada a destruir el pilar fundamental en que la dictadura de Raúl Castro se asienta.
Miniarquía
La gran estrategia es aquella que tiene las miras puestas en el futuro, la que se aplica una vez derrocada la dictadura. En el caso de Cuba, las ideas liberales que por muchos años ha difundido Carlos Alberto Montaner entre la oposición serían en extremo oportunas: (1) reducción del estado a sus tres funciones básicas (Ejército, policía y tribunales) y(2) adopción inmediata de un capitalismo laissez faire total acompañado de un paquete de leyes antimonopólicas.
Sólo después de entregar todas las propiedades del estado en cooperativas a los trabajadores, incluidos los hospitales, las escuelas, medios de comunicación, etc. Será decisión de ellos decidir cuál inversión de capital privado será conveniente para dichas instituciones. Con estas medidas la recuperación económica tendrá lugar en por lo menos una generación.
Huelga de remesas y viajes a Cuba

Una medida inmediata que podría dar buenos resultados consiste en implementar una campaña de no-cooperación económica, sólo en lo tocante al envío de remesas y los viajes, de tiempo limitado, tanto en los Estados Unidos como en el resto del mundo.
Esta medida aún es viable sólo si va acompañada de exigencias aparentemente insignificantes, como la exigencia directa y específica al gobierno de Raúl Castro de que se elimine el permiso de entrada al país y que se permita el regreso de aquello exiliados que no han cometido delitos en el pasado sin tener que someterse a proceso de repatriación ninguno.

Raimundus santaclarensis

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