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16 de julio de 2008

Misoginia vs Martí

Por Martha Beatriz Roque Cabello

Según el diccionario de Encarta, el que odia a las mujeres, manifiesta aversión hacia ellas o rehúye su trato, es un misógino. Martí era totalmente opuesto a esto, pues manifestaba que no se debía hablar mal de mujer.

En los últimos meses, el Gobierno cubano ha tenido en la mira a las mujeres. Comenzó por las Damas de Blanco y la Congresista de Estados Unidos de América, Ileana Ross Lehtinen. Hizo un alarde de inteligencia los días 19, 20 y 21 de mayo, en el programa televisivo Mesa Redonda, donde vuelve a involucrar a varias mujeres y finalmente en el Prólogo del libro Fidel, Bolivia y algo más, arremete contra dos mujeres, en este caso sin nombrarlas.

Según sus propias palabras el objetivo de esta mención es "Desenmascarar los métodos pérfidos y cínicos del imperio".

Pero como quiera que sea, es una novedad, ya que antes no se hablaba de estas cosas con nombre como se hizo primeramente, o sin nombre como ahora destaca Fidel Castro en el Prólogo del libro; son hechos que se mantenían totalmente ocultos, bajo una sombra de total oscuridad.

Hay que conocer la historia de este régimen totalitario, para poder entender las explicaciones que da el ex Presidente en el citado Prólogo; los que no están relacionados con los sucesos del país, indiscutiblemente se quedarán sin saber a quiénes se refiere.

Inicialmente se alude a la doctora Hilda Molina Morejón, neurocirujano que tiene prohibido salir de la Isla desde hace catorce años. Quiere decir que es una historia antigua, hay jóvenes que ni siquiera saben quién es y qué cargos ocupó. Esta prohibición se extendió hasta su octogenaria madre enferma, la cual –finalmente- después de dos años sin entregarle siquiera el pasaporte, pudo reunirse con su familia en Argentina, el pasado 24 de mayo.

Sobre por qué no deja viajar a la doctora Hilda Molina Morejón, escribe en un lenguaje que no se entiende, puede decirse que es como una orden imperial, algo mayestático: "Se le niega a ella la solicitud de viajar al exterior. No debe cederse ante el chantaje: fue la decisión". Pero no sin antes haber denigrado con una cantidad alarmante de injurias, a ella y su familia. Quien conozca de este tema, que durante años ha estado en la palestra pública, puede imaginar que la Dra. Hilda Molina es una obsesión de las muchas que tiene Fidel Castro.

Después la arremete contra Yoanis Sánchez, en un cambio total de generación. A la joven se le otorgó el premio Ortega y Gasset, del cual dice el anciano enfermo: …"uno de los tantos premios que propicia el imperialismo para mover las aguas de su molino".

Reproduce en el Prólogo, las palabras textuales de Yoani que salieron en un cable de Notimex, el pasado 26 de mayo y se muestra preocupado porque exista una consigna de generalizar a toda la juventud el pensamiento de la bloguera. No se queda España sin su poco de veneno, cuando afirma: "…enviados especiales para realizar labor de zapa y prensa neocolonial de la antigua metrópoli española que los premie".

A esta muchacha tampoco se le permitió viajar a España a recoger su premio. Aunque para cualquier persona que viva en un país democrático esto parezca absurdo, la salida de Cuba de estas mujeres se convierte en un problema de Estado. Manipulado a los más altos niveles y bajo la única decisión del Comandante en Jefe, según él mismo quiere que se conozca.

El esposo de Yoani tuvo una respuesta valiente, sin que los detractores puedan decir que es un asalariado del imperio, ya que no tiene ningún vínculo con la oposición interna. Él le recordó al ex mandatario, los nombres de todos los personajes "indeseables", por decirlo de alguna manera suave, que habían recibido la Orden José Martí por parte del régimen cubano, la mayoría de sus propias manos. De esta forma el dictador ofende también a nuestro Apostol.

Algunos piensan que Fidel Castro no está en la capacidad de escribir estas cosas, pero como un hecho político está bajo su firma, y tiene el matiz de "disparates" a los que nos tiene acostumbrados, el saltar de un tema para otro, sin vinculación alguna; lo que indica que parece escrito por él, o la simulación es muy buena.

Sólo cabría preguntarse, si esta fobia hacia las mujeres está relacionada con algún hecho de su infancia y en particular con su señora madre, que, según sus biógrafos, no logró inscribirlo hasta después de su adolescencia.

Sea lo que sea, esté él en condiciones de escribir o no, las mujeres que disienten o participan de alguna forma en las actividades de la oposición, dentro o fuera del país, deben poner sus barbas en remojo, según el dicho popular. En este caso, mejor su caballera, y ¡pobre de aquellas que la tengan larga!

(Redactado en la Ciudad de La Habana el 23.6.08 y publicado en Misceláneas de Cuba el 7.7.08)

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