El País.
El comienzo del paseo del Prado, frente al paisaje del malecón, del antiguo hotel Packard sólo queda el esqueleto. Vencido por medio siglo de abandono, las ruinas de su hermosa fachada ecléctica son testimonio de una época pasada y también de la historia contemporánea de Cuba.
Marlon Brando y Pablo Neruda se alojaron aquí antes de la revolución, cuando en los bajos funcionaba la agencia de automóviles Packard & Cunningham, importadora de los vehículos norteamericanos más lujosos y de los primeros Porsche que entraron en la isla.
Al costado, el magnate Amado Trinidad instaló en 1940 los estudios de la emisora R. H. C. Cadena Azul, una de las más famosas en su momento, que tuvo en plantilla a los mejores guionistas de radionovelas y a artistas como Isolina Carrillo, quien en 1947 compuso allí mismo y de un tirón el bolero Dos gardenias.
En la misma acera, a pocos metros del Packard tenía sus oficinas el Partido Ortodoxo, de Eddy Chibás, siguiendo su lema de "vergüenza contra dinero". En la planta baja de Prado 109 se conspiraba abiertamente contra el Gobierno corrupto de Prío Socarrás, y allí, después del golpe de Estado de Fulgencio Batista, en 1952, tomó cuerpo el plan de asaltar el cuartel Moncada.
Hoy, una tarja en la puerta recuerda aquellos días de lucha, pero el inmueble de tres plantas, como muchos otros del lugar, se encuentra en "estática milagrosa", una categoría creada por los arquitectos cubanos para advertir del riesgo serio de derrumbe. Hace algún tiempo se desprendió de su estructura la primera cornisa. Y los pasillos de arriba se hunden cada día un poco más, amenazando con borrar de la memoria lo que queda del despacho de Chibás.
Miles de edificios en la capital se hallan en situación similar, y puede afirmarse que esa imagen de La Habana como ciudad bombardeada será una de las facturas más caras que la historia pasará a estos 49 años.El desastre es bien visible. La Habana Vieja, Centro Habana, Cerro y 10 de Octubre, cuatro municipios centrales de la capital, tienen más de 72.000 viviendas en estado precario. Esto supone el 42% de su fondo, que asciende a unos 183.000 núcleos, cantidad superior a la que poseen seis provincias del país.
Hoy por hoy, los viajeros quedan impactados por el estropicio y al regresar a casa se llevan ese recuerdo grabado en la nuca, por encima de cualquier consideración política. La Habana no es Cuba, es cierto. Pero casi. Y con todas sus paradojas.
El arquitecto Mario Coyula, que hasta 2001 dirigió el Grupo para el Desarrollo Integral de la Capital, observa que por esas cosas que tiene la vida el mismo proceso que congeló el desarrollo de La Habana en los años cincuenta hizo que milagrosamente se conservaran fabulosos barrios, como El Vedado, que difícilmente hubieran escapado a la especulación y los rascacielos. "Es una contradicción: la ciudad se mantiene porque no se ha hecho nada, pero se cae si sigue así".
Una mañana, paseando cerca del antiguo Habana Hilton, hoy Habana Libre, tropezamos con un grupo de niños que salía en mallas de ballet de un caserón situado en la esquina de L y 19. En esa escuela elemental de danza estudiaban más de 200 chicos en diferentes niveles, y, nos dijeron, en cada provincia de Cuba existía una academia similar de ballet clásico, todas gratuitas, por supuesto. Un pequeño país como Cuba tiene más bailarines clásicos por habitante que cualquier otro del mundo.
Han pasado diez años. Y en el paseo del Prado todo sigue igual, pero con diez años más de desgaste.Uno de los edificios que se conservan en buen estado en este paseo custodiado por leones es el hotel Sevilla, donde un día la felicidad estalló en forma de ruletas lanzadas por la ventana, había triunfado la revolución. El mafioso Amleto Battisti, último de sus dueños, se asiló en la Embajada de Uruguay ese mismo primero de enero, y más le valía, pues Castro llegó dispuesto a acabar con las desigualdades y los vicios de la sociedad capitalista.Jorge Negrete, Imperio Argentina, Gloria Swanson, George Simenon y el rey del mambo Dámaso Pérez Prado, el periodista de The New York Times Herbert Matthews, fueron algunos de los huéspedes ilustres del Sevilla, tal era el poderío de Cuba.
Tras derrotar a un ejército de 40.000 hombres armados por Estados Unidos, Castro entró en La Habana por la esquina del malecón y Prado al ritmo del bolero de Isolina Carrillo… "Dos gardenias para ti / con ellas quiero decir / te quiero, te adoro, mi vida…".
Me dijo en una ocasión el premio Nobel Gabriel García Márquez, uno de sus mejores amigos. En su casa de La Habana, una Navidad memorable, llegó Castro y después de charlar un rato se levantó de la mesa con el proyecto desproporcionado de crear una escuela internacional de cine para el Tercer Mundo. La escuela acaba de cumplir 21 años.
En el parque de la Fraternidad, en la desembocadura del paseo del Prado, a unos pasos del salón de baile donde la orquesta Jorrín tocó el primer chachachá, llamado La engañadora, se pude sondear el juicio de la historia. A la vera de la estatua de José Martí, los cubanos se reúnen para discutir de béisbol y otros asuntos mundanos, y entre tragos de ron y humo de tabaco se dicen verdades como templos y barbaridades.
En 1959, con una población de seis millones de personas, la isla poseía más electrodomésticos que cualquier otro país de América Latina y tenía más kilómetros de líneas férreas y mejores infraestructuras que cualquiera de sus vecinos. En 1958, la producción de azúcar superó cuatro veces la alcanzada el año pasado, y había más vacas que habitantes (hoy la proporción es de una vaca por cada seis cubanos).Hugh Thomas después de ver el espectáculo de una multitud cantando La Internacional a ritmo de chachachá en la plaza de la Revolución, en 1961.
El inmortal de Isolina Carrillo, que termina: "Pero si un atardecer / las gardenias de mi amor se mueren / es porque han adivinado / que tu amor se ha terminado / porque existe otro querer".
Foto: Ernesto desde Cuba
Me quedé con Ganas de leer mas
ResponderEliminargracias magia