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12 de febrero de 2009

La luz, la verdad y la mentira.

Hoy he visto Body of Lies, protagonizado por Leonardo Di Caprio y Russell Crowe. Ya otro filme trataba sobre tema parecido, el espionaje, su uso y abuso, este en particular, introduce la incertidumbre de la existencia de amenazas terroristas reales al basar la trama en falsas organizaciones terroristas creadas por el servicio de espionaje norteamericano, la justificación para emplear el tal argumento, penetrar las organizaciones terroristas que existen estableciendo afinidad y competencia por el protagonismo del crimen contra civiles principalmente que es finalmente el terrorismo.
Mientras la trama me atrapaba, mi mente a su vez cavilaba sobre otros aspectos, no es la primera vez que los he analizado, dos de ellos por tener que ver y confluir con la trama.
El primero, el terror con se ha intentado hacer desaparecer al estado de Israel, terror que como otros ha venido sufriendo el pueblo israelita desde sus inicios, primero fundamentalmente por la OLP, organización extremista palestina y finalmente, por Hamas y organizaciones árabes afines empeñadas en exterminar a sangre y dinamita el estado israelí. Algunos, cuando en fechas próximas pasadas se apresuraban a condenar a Israel por la operación dirigida a menoscabar la madriguera de los terroristas en la zona de Gaza, olvidan que de todos los peligros que amenazan con desintegrar una nación, es el terror el mayor de ellos; pues el fin perseguido es paralizar la sociedad y hacerla inoperante, atacando estructuras y población civil, quienes quizás, confian los terroristas, se decidan por claudicar y permitir cualquier cosa con tal de que cesen los asesinatos en masa, los suicidas extremistas asesinos por igual de civiles. El temor, el pánico, hace presa en los civiles, indefensos e incautos, quienes transcurren sus vidas con normalidad, provocan la sozobra y el temor de realizar su vida con normalidad, ante la amenaza real de perder esas vidas.
Es por ello, que si estas personas e instituciones que condenan, aun las que creen en el derecho de Israel a existir como nación, notaran el verdadero alcance de las intenciones terroristas, bien hubiesen hecho en condenar las apañadas elecciones y otros subterfugios con los que Hamas penetró la sociedad palestina, bien harían en condenar, como se hubiese supuesto, de actuar con justicia y premura sobre la proclama y declaración de los terroristas árabes extremistas que se niegan a reconocer a Israel y sus derechos. Esa es la raíz del asunto, no la profilaxis llevada a cabo por Israel para conjurar los actos terroristas en ciernes. De paso, es sano recordar que los terroristas, se esconden y refugian en instituciones civiles, educan a niños y jóvenes en el extremismo, el suicidio asesino y la intolerancia. No soy judío ni israelí, pero quien quiera ser bueno, que haga obra de bondad y quien quiera ser justo, que hable con justicia.
Lo segundo, el peso de defender la sociedad y la nación, no lo llevan en sus hombros espías o aulquier otro que por engaño o subterfugio, obtenga ventaja o beneficio en la consecución de defender lo antes dicho. Eso queda demostrado con una verdad que brilla como el sol, en los disidentes cubanos, en los opositores; ellos no se han ocultado como el resto de nosotros para decir lo que piensan, no se esconden para llamar las cosas por su nombre, porque, ¿quien puede decir que otro miente al llamar dictador o cualquiera de los epítetos que bien se merece quienes desmadran y llevan más de 50 años en el poder?, ¿en que sistema legal que se precie de llevar el adjetivo, se condena por hablar y ser consecuente con lo que se piensa?. Pídase a la dictadura todo el legajo de los injustos y amañados procesos a que han sido sometidos en Cuba aquellos que se han erigido en estandartes de la verdad y la justicia para el pueblo cubano, muéstrese luego a juristas de este mundo nuestro, y que alguno de ellos pruebe alguna de las mentiras con que se condenó a 20 años y más, a cubanos que han andado en justicia y reclamado esta para y por el resto de nosotros, que la han reclamado sin ocultarse ni ocultar, porque la verdad no necesita ocultarse. Ellos son los pocos que tienen la dignidad que nos falta a los muchos; el coraje que le falta la dictadura para reconocerles en la verdad y la justicia que reclaman. Si se suele decir que no se puede tapar el sol con un dedo, ni todas las mentiras y las estadísticas falseadas, ni toda la propaganda vil, ni todas y cada una de las personas que equivocadamente, bien con conocimiento o sin este, defienden la crueldad del régimen cubano, podrán tapar la verdad y la justicia de estos cubanos. No se arrastran como serpientes, vienen de frente, como en su día lo hiciesen quienes regaron esta tierra esclava hoy por la libertad. Sea verguenza, pena y dolor, si alguno de ellos perdiere la vida en el empeño, para nosotros y todo hombre justo sobre el planeta. Sea para enseñanza futura, de como se exige y se reclaman los derechos conculcados, como se libera la patria sin convertirse en victimario a la vez y verdugo en ese empeño.

2 comentarios:

  1. Muy inteligente su artículo, tiene usted toda la razón y clarísimo como un cristal

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  2. yo agradezco que hablen del tema porque nunca he entendido bien los conflictos del medio oriente.
    Está claro que cada cual recoge lo que siembra.

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