El periodista español Santiago Córcoles, del diario ABC, viajó a La Habana a cubrir el éxodo que se produjo después de la revuelta del 5 de agosto de 1994 por las calles cercanas al Malecón, conocida como Maleconazo.
Córcoles era muy meticuloso. Infatigable. Con más de 30 grados y un sol abrasador, todos los días nos íbamos a zonas costeras del litoral habanero, donde entrevistaba a personas preparando balsas destinadas a travesías suicidas por el Estrecho de la Florida.
Un día, en Cojímar, se encontró con un preso a quien habían dado pase. Andaba desesperado buscando con quien enrolarse y largarse. Por mi cuenta hice algunas averiguaciones en Centro Habana y 10 de Octubre. Supe de casos similares, de presos comunes a los cuales por esos días les permitían salir de pase. La intención más evidente no podía ser.
Localicé a un hombre al que habían deportado de Estados Unidos. En su barrio lo llamaban “marielito”. En 1980, cuando el éxodo masivo por el puerto del Mariel, lo habían sacado a la fuerza de la cárcel y lo habían montado en una lancha. Al llegar a la Florida, tras los trámites de rigor, lo remitieron a una penitenciaría en otro estado. Cuando cumplió la sanción lo devolvieron a Cuba. Le decían 'marielito', pero en realidad era un 'excluible'.
En el Blog de Tania Quintero.
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