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3 de octubre de 2011

La ventanita: ¿Papelillos o croquinol? Por Zoé Valdés

LA VENTANITA: ¿PAPELILLOS O CROQUINOL?
Por Zoé Valdés

Acabo de leer que la dictadura castrista censura a Pablo Milanés en la isla, seguramente debido a sus recientes declaraciones en Miami. Puedo imaginar que Pablo Milanés sabía que esta reacción de los cáncamos dictadores sucedería de tal modo, y que debe de estar arrepintiéndose de no haber sido más contundente con sus críticas, porque ya que hay que lanzarse pues a lanzarse con todas, puesto que, se diga poco o mucho, los represores siempre tendrán la última palabra, por el momento.

Resulta curioso que traten de este modo a uno de los máximos exponentes de la Nueva Trova castrista, siendo Pablo Milanés un revolucionario confirmado, fidelista, que le deseó, carta y mimos mediante, a Castro I cuando cayó enfermo que se recuperara lo más pronto posible porque él era imprescindible y el blablablá de siempre…. Asombra que se dé la orden de prohibir sus canciones, cuando algunas de sus composiciones musicales han sido verdaderas descomposiciones rimbombantes al fidelato y al raulato.
Lo cierto es que todo eso se va poniendo cada vez más agónicamente absurdo, y el huéleme el nabo que se traen deja claro que en cuanto a la censura y a la represión la dictadura no sabe si hacerse papelillos o croquinol; porque mientras a Martha Beatriz Roque, a Sarah Martha Fonseca Quevedo, Iris Tamara Aguilera, entre otros, los golpean, reprimen, torturan y arrestan, hay a quienes les dejan decir y enviar mensajes sin descanso al exterior, acerca de lo que les dé la real gana, a través de los medios de nueva tecnología, y de la prensa izquierdista del mundo.

En cuanto a Pablo Milanés, es un artista, y sinceramente siento que sea censurado, pero más pena me da que sea censurado por haber sido tan parco, por no decir flojo, y todavía más, por seguir declarándose revolucionario, cuando es esa misma revolución la que lo acalla, e intenta borrarlo y ningunearlo.
¿Cómo es posible, vuelvo y me repito, que suceda esto con Pablo Milanés, un alabador incondicional del régimen, y por otro lado, se quiera rescatar, a través de un libro plagado de mentiras (cuyo único acierto es que desenmascaran a Alfredo Guevara), la figura de uno de los mayores “gusanos” anticastristas, Guillermo Cabrera Infante? Claro, sin que todavía los cubanos de a pie tengan acceso a su obra, salvo en condiciones de clandestinidad.

¿Cómo pueden querer reivindicar a Reinaldo Arenas, a Severo Sarduy, a Guillermo Cabrera Infante, manoseando sus vidas? ¿Cómo se atreven a apoderarse de Lydia Cabrera, más anticastrista había que mandarla a hacer, y declaren que son los dueños de su obra convirtiéndola en un producto de exportación? ¿Por qué siguen entonces prohibiendo y queriendo borrar del mapa a otros escritores y artistas, y por el contrario, pactando con algunos que, a cambio de un viaje, de seguir viviendo cómodamente en Cuba, o fingiendo que viven en la isla cuando en realidad sólo van allí para marcar la tarjeta, y sobre todo de hablar maravillas del castrismo, o de ser ambiguos, sean editados en el exterior, con el objetivo de lavar la imagen?
Abriéndoles ventanitas a los “gusanos de gusanos”, les cierran las puertas a Milanés, que –como dice una amiga mía- les dio su pluma, su voz, su guitarra y parte de su alma. Pero esas ventanitas tienen comején, ya verán por qué…

Tan perdidos están que no les queda otra que volver a sacar a la Maruga Antillana para amenazar al mundo con las mismas loquerías de siempre, escritas, porque aquel que hacía discursos de siete horas y media se ha quedado más mudo que Don Rafael del Junco. En los ojos se le nota que está más p’allá que p’acá. Se permite volver a tratar de tonto al presidente de los Estados Unidos, cuando él es un viejo cagalitroso y gagá, con la mente entre Guaracabuya y Jaimanitas, entre la nada y el infinito.

Por otra parte, han tenido que clausurar el ministerio del azúcar, una puerta se cierra; de aquel célebre slogan: “sin azúcar no hay país”, han tenido que pasar al “sin USA no hay país”, y así y todo la Matraca Guerrillera sigue metiéndole miedo, como el Coco terrorista que es, al presidente de esa misma USA. Sin una gota de vergüenza ponen, él y su hermanazo, a trabajar a todos los cómplices del mundo para obligar a los americanos a que los salven, chantajes mediante si es necesario, mientras que a los bobos como Chávez, arrastrando de ese modo a Venezuela, lo inducen a hacer la guerra a los americanos. Mientras, la Matraquilla Verdeolivo, como el limosnero escopetero que siempre ha sido, con su mentalidad arengadora propia de las piñas del Parque Central, de donde era un habitual, seatreve a insultar al presidente y en consecuencia al  pueblo americano que lo eligió.

Sí, quieren todas las ventanas abiertas, todos los cambios favorables para ellos, para sus bolsillos, sin condiciones, y no sé si sospechan o saben que por algunas ventanas que han abierto se les está colando gente que se están vengando como para comer y para llevar, como les da la gana, silenciosamente.
Conozco el caso de un cubano-americano que me dice que viaja a Cuba “para vengarme, porque no lo quiero dejar para mañana. Voy, entro y salgo dondequiera, donde esos hijos de puta, que me hicieron la vida imposible, a mí y a muchos de los míos, no pueden entrar. Los veo desdentados, harapientos, y yo, un gusano, un Supergusano, me doy el gusto que me tengan que tratar de primera, como un gran señor, donde ellos no son más que esclavos, y allí les doy gracias a Dios, y a mi ángel, porque me han premiado por portarme bien como ser humano y como cubano”. Por esas ventanitas con comején lo que se les está colando es mucho para un cartucho, la vieja y eficaz “vendetta”, la que ellos se merecen, aunque todavía resulta muy poco.

Seguramente ellos lo sepan ya, por eso los dos “viejos pánicos” están desesperados, más angustiados que nunca, tan asustadísimos que ya ni saben ser dictadores, ni policías, no dan pie con bola de cómo pisotear hasta desaparecer a sus víctimas, según las nuevas estrategias de los vengativos vengadores. Pero ellos sospecha, intuyen, porque siempre fueron astutos, sutileza jamás tuvieron, pero una cierta idea de la seducción sí. Ya no, tampoco les funciona el truquito de los guerrilleros románticos, paticochinos y barbudos, nadie les traga sus patrañas aromatizadas con grajo y cicotera.

Es probable que ahora, los artistas del mundo se unan en contra de la censura de todos, absolutamente todos, los artistas y escritores cubanos, aunque solo sea por principios, por sensibilidad, sería hermoso verlo. Porque no creo, que como Guillermo, Reinaldo, y Severo, los que de verdad respetamos el arte y la libertad estemos interesados en ser exhibidos como marionetas de los antojos de dos ancianos muertos de miedo, en las últimas.

Aunque verdaderamente, me gustaría saber, ¿abren ventanas, cierran puertas? ¿Se peinan, se hacen papelillos, o croquinol?

Zoé Valdés.
Publicado con autorización de la autora.

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