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20 de septiembre de 2008

Crónica de vida y muerte


Por Tania Quintero

La noticia es breve: http://www.radiohc.cu/espanol/noticias/sept08/08sept/loshart.htm, pero hondamente afectará a la escritora brasileña Cristina Agostinho, quien desde hace años tiene en Minas Gerais un libro sin publicar sobre Haydée Santamaría.

En uno de sus viajes a La Habana, en 1995, Cristina entrevistó a Celia María Hart Santamaría (en la foto). También quiso entrevistar a su hermano, Abel Enrique, pero no lo consiguió. Tampoco la carrera de abogado consiguió sacarlo de su mutismo e introvertida forma de ser.

Le transcribí a Cristina los 21 cassettes que en total grabó para el libro. Ello me permitió conocer de cerca a Yeyé, sus hijos, su familia, sus compañeros y amigos, y también a su ex, Armando Hart Dávalos. Por ello me asalta una duda: accidente de tránsito o suicidio pactado? Porque tanto Abel Enrique, de 48 años, como Celia María, de 45, nunca pudieron superar el trauma de haber sido testigos del suicidio de su madre, el 26 de julio de 1980.

Aquel día, Haydée había amanecido con un ataque de asma. Y le pidió a Ligia, la mujer que le ayudó a criar a sus dos hijos, que le dejara un termo de café fuerte, y que después se fuera, pues se iba quedar leyendo en la cama. Ligia vivía con su esposo, en una vivienda cercana, en el mismo reparto del municipio Playa. Haydée se las había arreglado para quedarse sola con sus hijos Celia, entonces de 17 años y Abel, de 20.

No recuerdo ahora si antes o ya en el baño, Haydée llamó a Celia y habló con ella. Había sido la despedida. Unos minutos más tarde, sonó un disparo. Los dos hijos fueron corriendo al baño. Y vieron lo que ningún hijo nunca quisiera ver. Inmediatamente llamaron a Ligia y su esposo. Horas después, el fiel matrimonio recibió la orden de llevarse lejos, a otra provincia, a los dos jóvenes. No les permitieron asistir al velorio ni entierro de su madre.

Cuando la "heroína del Moncada" decidió quitarse la vida, llevaba muchos días desesperadamente desesperada. Nadie la escuchaba ni le salía al teléfono. Todos le daban de lado, desde Fidel Castro hasta su "gran amigo", Alfredo Guevara. A fin de cuentas, era la "loca" oficial del partido, el gobierno y la Casa de las Américas, institución que fundó y en la cual no permitieron que fuera velada, como querían sus trabajadores.

La velaron en la funeraria Rivero, en Calzada y K, Vedado, la misma donde sus hijos serán velados. En la entrevista que Celia María dio a Cristina, su voz en un momento es conmovedora: cuando dice que un día ella sacará los restos de su madre y los enterrará donde ella siempre quiso, debajo de una palma, en el batey del central donde los hermanos Santamaría Cuadrado nacieron y crecieron, en Encrucijada, término municipal de la antigua provincia de Las Villas.

En ese viaje a La Habana, Cristina quiso ir conmigo al Cementerio de Colón. Compré unas rosas en una de las florerías ubicadas en 12 entre 23 y 25. En el archivo, a la entrada del cementerio, preguntamos dónde podíamos encontrar la tumba de Haydée. El empleado nos dijo que en el Panteón de las Fuerzas Armadas, en el número tal. Ya en el lugar, depositamos las flores en una lápida tan fría y anónima, como las otras, donde entonces para siempre descansaban "héroes revolucionarios".

Antes de dirigirnos al panteón, le habíamos preguntado al empleado la fecha en que fue enterrada Haydée. Respondió: "28 de julio de 1980". O sea, la misma fecha en la cual supuestamente se habría suicidado, según el gobierno. Entonces lo que se especulaba era cierto: Haydée se había suicidado un 26 de julio, día en que se conmemoraba el vigésimo séptimo aniversario del asalto al cuartel Moncada. En Cuba es imposible ser enterrado el mismo día en que falleces, menos cuando hay que hacer autopsia. Lo normal es 24 horas después del deceso.

A Yeyé comenzaron a reivindicarla en 1989, cuando crearon la Medalla "Haydée Santamaría" (concedida en octubre de 2006 a Armando Hart, Alfredo Guevara, Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, entre otros). Proceso reivindicativo que concluiría en 2002, con motivo del 80 aniversario de su natalicio: trasladaron sus restos para al Cementerio de Santa Ifigenia, Santiago de Cuba, a un mausoleo dedicado a los mártires de la escaramuza del Moncada. Cerca de donde reposan los restos de José Martí, pero bastante lejos del lugar donde ella siempre quiso ser enterrada.

Antes de dispararse un tiro, Haydée ya había intentado quitarse la vida. Una noche, cuando salió muy alterada de una reunión en el Consejo de Estado, como un bólido arrancó en su carro. Alguien, creo que Ramiro Valdés, la siguió. Y por eso aquella noche no murió cuando a toda velocidad estrelló su coche contra un árbol, en la Quinta Avenida.

Dice la nota de Radio Habana Cubana que sus hijos fallecieron como consecuencia de un "accidente", al chocar su auto contra un árbol, en 3ra. y 46, Miramar. Quiso el destino -o la premeditación- que los dos murieran un 8 de septiembre, día de la Virgen de la Caridad del Cobre, Patrona de Cuba.

Canek Sánchez Guevara y Carlos Alberto Montaner, son de las personas que públicamente polemizaron con Celia María, reconvertida en una furibunda trotskista. Al margen de la política y la ideología, para ellos, como para Cristina y para mi, es una triste noticia. Porque los dos, como su madre, fueron también víctimas de ese huracán llamado Revolución, que en Fidel Castro siempre ha tenido el centro demoledor.

Descansen en paz, Celia María y Abel Enrique!

2 comentarios:

  1. Sabia lo del accidente el 8 pero no conocia estas anecdotas. ¡Cuantas victimas dentro y fuera de la Revolución!

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  2. Celia estudió en la RDA. Allí todos los que la conocieron la querían. Yo no la conocí. Llegué cuando ella se iba. Otros me contaron, p.ej., que en una larga escala en Madrid se apareció el embajador cubano para llevarla a almorzar afuera. Ella se negó a ir, y obligó al tipo a pagar el almuerzo para todos los hambrientos estudiantes, como 30, en el aeropuerto. Ser decente como hija de un indecente no es más mérito que con otro padre, pienso yo. Pero lo cierto es que todos la querían.

    Luego se volvió una trotskista furibunda. Sin embargo, también declamaba unas loas tan nauseabundas al energúmeno de Chávez que hubieran hecho vomitar al ideólogo judío.

    Yo creo que no fue un suicidio premeditado, sino improvisado. Un arranque de histeria en un diálogo neurótico. Con Abel o consigo misma.

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