Waldo Acebo Meireles, Miami 27/04/2009
Frontera entre la Base Naval de Guantanamo y Cuba. 14 de mayo de 2008. (AP)
Recientemente el periodista estadounidense Patrick Symmes publicó un artículo que comenzaba frívolamente con una referencia a la visita de Miss Universo, Dayana Mendoza, a Guantánamo y las fútiles declaraciones que emitió.
Symmes, autor de libros sobre viajes y fotógrafo, no es un neófito en asuntos cubanos. Entre sus textos está The Boys from Dolores, acerca de los orígenes y el destino de la revolución cubana, que fue seleccionado por The New York Times entre los "diez mejores libros" de 2007.
En su artículo es además evidente que está al tanto de lo que ocurre en la Isla, al punto de poder decir cuánto cuesta una botella de aceite en una shopping.
Pues este periodista hace una proposición que él mismo califica de irreal: Entregarle la Base Naval de Guantánamo a los cubanos del exilio.
Exactamente eso: retirar las tropas y abrir una zona de libre comercio, sin impuestos, donde los cubanos de la Isla, libres del embargo (el interno y el externo), puedan adquirir los productos que necesiten, sin tener que pasar por las "horcas caudinas" que impone el gobierno a las remesas en dólares, que desangran en un 20% a los de adentro y a los de afuera.
Symmes considera, con mucha razón, que las necesidades insatisfechas vaciarían un Wal-Mart en pocas horas.
Y va más allá. La eliminación del embargo en la "ex-base", dice, posibilitaría que los emprendedores cubanoamericanos —a los que denomina "apóstoles del libre comercio y la pequeña empresa"—, construyeran viviendas, abrieran negocios y pequeñas industrias, emplearan a cubanos de la Isla y, quizás, establecieran instituciones políticas. En resumen, estaríamos hablando de una pequeña república capitalista en Guantánamo.
Según el periodista, si se entregara la base a los cubanoamericanos y la puerta se abriera de ese lado, el gobierno de La Habana se vería obligado a admitir que la frontera realmente está sellada del suyo. En cuanto a las objeciones legales, Symmes cree que no tienen importancia, ya que Castro siempre ha denunciado como inválido el tratado de 1903, por el que Tomás Estrada Palma concedió a Estados Unidos el uso del territorio que ocupa la instalación militar.
Considerando que el reclamo de Ronald Reagan de derribar el Muro de Berlín fue visto como una demanda ilusoria y luego devino realidad, Symmes opina que su idea de derribar "el muro de Guantánamo" puede llevarse a buen puerto.
Lo que el periodista olvida es que ahora no se le está hablando a Mijaíl Gorvachov, sino a un tirano que, desde su lecho de enfermo —o de muerte—, no cesa de poner en juego los destinos del país en aras de su descomunal ego.
La arremetida contra la sensata petición del presidente de Estados Unidos de que se eliminen los recargos a las remesas es un indicador más de la incapacidad del régimen de mejorar la situación de la población. A esto se agrega el cinismo de decir que "es un intento" de los consejeros de Barack Obama "para sembrar cizaña y dividir a los cubanos", como si no fuese el régimen opresivo el que continuamente trata de separar a los ciudadanos.
A este nivel del juego, no sería tan descabellada la propuesta de Symmes de eliminar el embargo para aquella porción de Cuba y disfrutar el espectáculo de los dinosaurios tratando de escapar del irresistible proceso de extinción.
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