Los cubanos tenemos una buena base para hacer de críticos de cine, y de hecho todos queremos y hacemos como si fuésemos tales, al menos los de mi generación, estimo pertinente aclarar. Mucho antes de la avalancha filmográfica soviética, de tramas bélicas y odiosos finales de suspense, fuimos cautivados y cultivados por excelentes películas de la era en blanco y negro de la filmografía norteamericana; suerte puede decirse, de apreciar buen cine de la mano de directores y actores que luego de su paso por las pantallas devinieron clásicos a estudiar e imitar por muchos que le siguieron luego en el difícil arte la fantasía y la realidad llevada a imagenes en movimiento. Incluso, con la citada avalancha de los bodrios soviéticos, se regresó, luego, a la raíz, la savia del hacer cine entretenido y por qué no, cultivador presente en los norteamericanos.
Como reflejo de la realidad, el cine fue objeto de los beneficios y prejuicios de esa realidad; de un cine permeado por la realidad norteamericana básicamente, se ha desarrollado, por mérito propio, como refeljo también de realidades ajenas a las de la sociedad norteamericana. Deviniendo más sofisticado, introduce el cine de hoy, ideas, anhelos y deseos subyacentes en las entretenidas tramas, según el cada vez más libre criterio de sus desarrolladores. Siguiendo a su vez el curso histórico, con menos desviaciones bruscas o extremas en reflejar esa realidad con tendencias de signo político.
El arte, siempre inclinado a la utopía y la innovación; lo artístico liberado de la preocupación financiera, se inclina a su vez a las corrientes humanistas, altruistas; en una mezcla a veces imperfecta por lo infantil o superficial en que deriva finalmente ese humanismo y altruismo.
Los ingredientes anteriores, resumen Avatar, la ya recordista película de James Cámeron, quien de filmes más cercanos a la realidad como Alien o Terminator ha devenido en Avatar a un ficcionar tercermundista y retrógrado en la idea o línea de pensamiento del filme. Resumiendo, Avatar presenta a un capitalismo feroz intentando arrebatar a todo costo los recursos a un planeta conformado por una tribu al estilo Peter Pan y Wendy, tribu que derrota utópicamente con palos y piedras a una tecnología militar de punta como es lógico suponer, ha de ser la futura con respecto a la actual. La Fuerza de Star Wars contra el mal, ahora ha involucionado a una mixtura de ecología, indios telepáticos con brujería incluída y queriendo proponer un retroceso al que ni el mismo Cámeron estaría dispuesto en la realidad. Así sucede con los vegetarianos, los ecologistas y otros "istas" de nuestra era "moderna", empeñados en ser inconsecuentes e irracionales, perdonables por ser tan humano el querer que todos se parezcan a uno.
Nada, que finalmente, lo que nos llevó a la cuspide animal, a veces nos quiere arrastrar de vuelta a las cavernas; recuerden, sin electricidad, acueducto, alcantarillado o fosas (pozos negros) entre otras conveniencias de la evolución humana.
Como reflejo de la realidad, el cine fue objeto de los beneficios y prejuicios de esa realidad; de un cine permeado por la realidad norteamericana básicamente, se ha desarrollado, por mérito propio, como refeljo también de realidades ajenas a las de la sociedad norteamericana. Deviniendo más sofisticado, introduce el cine de hoy, ideas, anhelos y deseos subyacentes en las entretenidas tramas, según el cada vez más libre criterio de sus desarrolladores. Siguiendo a su vez el curso histórico, con menos desviaciones bruscas o extremas en reflejar esa realidad con tendencias de signo político.
El arte, siempre inclinado a la utopía y la innovación; lo artístico liberado de la preocupación financiera, se inclina a su vez a las corrientes humanistas, altruistas; en una mezcla a veces imperfecta por lo infantil o superficial en que deriva finalmente ese humanismo y altruismo.
Los ingredientes anteriores, resumen Avatar, la ya recordista película de James Cámeron, quien de filmes más cercanos a la realidad como Alien o Terminator ha devenido en Avatar a un ficcionar tercermundista y retrógrado en la idea o línea de pensamiento del filme. Resumiendo, Avatar presenta a un capitalismo feroz intentando arrebatar a todo costo los recursos a un planeta conformado por una tribu al estilo Peter Pan y Wendy, tribu que derrota utópicamente con palos y piedras a una tecnología militar de punta como es lógico suponer, ha de ser la futura con respecto a la actual. La Fuerza de Star Wars contra el mal, ahora ha involucionado a una mixtura de ecología, indios telepáticos con brujería incluída y queriendo proponer un retroceso al que ni el mismo Cámeron estaría dispuesto en la realidad. Así sucede con los vegetarianos, los ecologistas y otros "istas" de nuestra era "moderna", empeñados en ser inconsecuentes e irracionales, perdonables por ser tan humano el querer que todos se parezcan a uno.
Nada, que finalmente, lo que nos llevó a la cuspide animal, a veces nos quiere arrastrar de vuelta a las cavernas; recuerden, sin electricidad, acueducto, alcantarillado o fosas (pozos negros) entre otras conveniencias de la evolución humana.
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