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7 de septiembre de 2011

Celia Cruz cantándole a Yemayá. (video y texto)

En Cuba está arraigada la creencia de que cuando un individuo nace, un Santo u Orisha le "adopta" y se convierte en su madre, aunque sea un santo varón, como Changó y otro le acoge como su padre, aunque sea una santa hembra como Yemayá. Esto solo se puede saber con certeza si se recibe La mano de Orula, en el caso de los hombres o el Ecofá de Orula, en el de las mujeres.

Orula es el único que puede decirle a una persona quién es su madre de entre todos los Orishas. El padre solo se conoce si la persona decide hacerse el Santo de quien es hijo, o si le piden que se lo haga, ya sea por salud, amor o dinero. Sobre el negocio en lo que eso se ha convertido esto en Cuba, escribió recientemente Iván García en su blog Desde La Habana.

Hoy es día 7 de septiembre, día de Yemayá, la Virgen de Regla y víspera de Ochún, la virgen de la Caridad del Cobre. Yemayá era una hermosa mujer negra, africana, la madre por excelencia de todo lo vivo que hay en la Tierra. La diosa de los mares y oceános, quien le diera a Ochún todas las riquezas de los ríos. Se dice que estas Orishas eran como hermanas y que ambas protegen a los hijos de la otra y les conceden todo aquello que les piden.

Yemayá fue mujer de Orula, por eso se dice que sus hijas tienen su pareja ideal y definitiva en hombres religiosos.

Cuenta una de las tantas leyendas que Yemayá cogió un día el tablero de Orula y se puso a adivinar, a consultar a sus ahijados, a pesar de que estaba estrictamente prohibido para las mujeres hacer tal cosa. Aun hoy, las mujeres no podemos ser sacerdotizas de Ifá, solo los hombres pueden ser la boca por la que habla Orula, el adivino entre los Orishas. No recuerdo el castigo que seguramente reibió Yemayá por tal atrevimiento, porque no soy una experta en la materia, estos son los datos que recuerdo haber leído o escuchado de las bocas de quienes decían saber.

Con el tiempo he llegado a interpretar muy a mi manera la religión Yoruba. Hoy creo que los africanos de Nigeria, donde nació la religión, pusieron nombres y patakíes (historias o leyendas) a las energías del planeta, los elementos de la naturaleza. Creo que cuando invocamos a uno de esos Dioses es como si intentáramos servirnos de la energía que representa; y desde luego si hay una energía poderosa, que jamás me ha abandonado por cierto, esa es la energía del mar...La energía de Yemayá, mi madre.

Así que hoy le rindo mi humlide tributo de agradecimiento por todas las bendiciones que me ha entregado, por haberme concedido tantas cosas...y qué mejor que hacerlo a través de la voz de otra de las grandes de Cuba: la inigualable Celia Cruz.

(Aprovecho para pedirle que ampare a una buena amiga que mañana va a necesitar toda su ayuda, su fuerza y protección. Gracias.)

Liú Santiesteban

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