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11 de julio de 2008

DE CUANDO ENTREVISTÉ AL DUQUE


Por Iván García, desde La Habana

Orlando Hernández, pítcher al igual que su hermano Liván, consiguió huir de Cuba una noche de diciembre de 1997. Semanas antes de su salida, en una entrevista exclusiva que Orlando Hernández me había concedido, presagiaba su destino: "La única puerta que el gobierno me ha dejado abierta es la del destierro".

El Duque, como era conocido por la afición deportiva cubana, fue profético. Él no era un beisbolista cualquiera. Orlando Hernández Pedroso (Villa Clara,1969) posee el mejor promedio de ganados y perdidos en series nacionales de béisbol, con un average superior a 700. El 28 de octubre de 1996, el periódico Granma anunciaba una drástica e impopular sanción a tres destacados peloteros locales. Según el órgano del partido comunista, El Duque, Germán Mesa (considerado por muchos como el mejor short stop cubano de todos los tiempos) y el receptor Alberto Hernández, fueron inhabilitados de por vida. Alberto, que no tiene parentesco con el Duque, lo acompañó en su espectacular fuga de fin de año.

En octubre de 1996, el gobierno alegó que la separación definitiva del deporte se debió a que ellos formaban parte de una trama dirigida desde Miami por el scout Joe Cubas para alentar a jugadores del patio a que desertaran hacía los Estados Unidos. Un primo de Cubas, Luis Ignacio Nodar, residente en Venezuela, fue detenido y sancionado a doce años de privación de libertad. Con esta medida, los jerarcas del deporte cubano querían poner freno al goteo incesante de deserciones de peloteros y optaron por un castigo severo que sirviera de ejemplo a los que se sintieran tentados a probar suerte en el béisbol de Grandes Ligas.

El efecto no fue el deseado. Posteriormente, y en menos de un año, nueve peloteros más han desertado. Otros jugadores criollos desde sus respectivas provincias miran de soslayo hacia las Mayores, porque lo que era un rumor es realidad, aumentando las expectativa de nuestros peloteros de competir en la gran carpa. El éxito deportivo del lanzador de los Marlins de la Florida, Liván Hernández, y del torpedero de los Mets de Nueva York, Rey Ordóñez, alientan la esperanza.

Ellos tienen tanta calidad como sus compatriotas para brillar en los circuitos profesionales. Si a eso se suma la motivación de astronómicos salarios que muchas veces rondan los seis ceros, definitivamente tenemos que pensar que de no tomarse medidas urgentes por parte de los dirigentes deportivos cubanos, la cifra actual de peloteros-desertores puede resultar ridícula.

En cuanto a la huida del Duque y Alberto Hernández, no por esperada dejó de causar gran revuelo en las peñas deportivas y en la población. Al día siguiente de conocerse la noticia por Radio Martí, se suscitaron las más increíbles especulaciones. Frente al Hotel Inglaterra, muy cerca del Capitolio Nacional, se reúnen todos los días en el Parque Central, al lado mismo de la estatua del Apóstol José Martí, la peña deportiva más conocida de la capital.

Temprano en la mañana Alberto Reyes, 51, obrero de la construcción, hacía su versión ante una veintena de personas de como había sido la ilegal salida de los estelares peloteros. Al mejor estilo hollywoodense, Reyes aseguraba que una avioneta los había recogido en alta mar y conducido a las Bahamas. Hipnotizados escuchas se encargarían minutos después de transmitir el rumor de boca en boca. Una vez más se activaba el añejo medio de comunicación conocido en el país como "radio bemba" y que en incontables ocasiones ha puesto en entredicho la credibilidad de la prensa oficial.

Sin exagerar, puede asegurarse que a la una de la tarde del primero de enero todos en la ciudad ya conocían del acontecimiento, a pesar de que el gobierno no publicó ni una sola línea. Cándido, 73, jubilado, decía: "Lo mejor para los dos jugadores, pues ambos tienen suficiente madera para imponerse." Pedro, 31, médico que reside cerca de la casa donde vive el estelar Germán Mesa, en Víbora Park, Arroyo Naranjo, lamenta que Mesa se haya quedado en Cuba, "Es una lástima que los fanáticos norteamericanos no puedan ver la genialidad de Germán". En opinión de Pedro, el torpedero antillano es superior a su paisano Ordóñez. Juan, 41, chofer particular, aseguró haber visto a Germán Mesa alquilando su auto para poder sobrevivir en la difícil situación económica que atraviesa el país. "Es increíble: Muchos de nuestros jugadores pudieran tener millones gracias a su calidad, pero aquí, sin embargo, viven a duras penas".

La gran mayoría de los encuestados ven con beneplácito la decisión del hermano de Liván y de Alberto, holguinero de nacimiento. Los menos reprobaron la acción. Mientras, en Cuba sigue el último capítulo del culebrón sobre la suerte de dos de sus deportistas preferidos. En lo personal, me alegro por Orlando Hernández: está cerca de realizar su sueño de volver a jugar béisbol, pues como él mismo me dijo hace poco más de un año, "fuera de la pelota, soy un extraño".

(Publicado el 10 de enero de 1998 en Cubafreepress)

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