Desde días pasados, el régimen totalitario castrista anunció la adopción de medidas represivas con ocasión del 4 de Julio, aniversario de la Independencia de los Estados Unidos, único país que siempre —y hasta el día de hoy— ha invitado a miembros de la disidencia cubana a la recepción organizada con motivo de la fiesta nacional.
Se sabe que en Cuba existen grandes dificultades para realizar viajes interprovinciales, por lo que muchas organizaciones y agrupaciones independientes aprovechan la presencia en la capital de sus activistas residentes en el interior de la República invitados a la celebración del 4 de julio, con el fin de celebrar reuniones de sus miembros en días cercanos a esa fecha.
Las autoridades comunistas, manipulando ese hecho, han intentado proyectar la imagen de que ello obedece a "instrucciones" supuestamente impartidas por los diplomáticos norteamericanos. Con ese pretexto han desatado una extensa oleada represiva que ha afectado a docenas de activistas pro democracia, y que está documentada por organizaciones que tienen ese perfil de trabajo, tales como el Consejo de Relatores de Derechos Humanos de Cuba y la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional.
Parte de esa oleada represiva fue la detención que por espacio de aproximadamente cuatro horas y media sufrí ese día.
El pasado 4 de julio, convine un encuentro a 2:30 P.M., en el vestíbulo del Hotel Inglaterra, frente al Parque Central habanero, con la señora Julie Middleton, distinguida activista de la conocida asociación mundial de la sociedad civil conocida, por la sigla de CIVICUS.
Dicha señora, quien es nativa del Canadá, se encontraba por esas fechas realizando una visita turística a nuestro país, en viaje de luna de miel, en unión de su honorable esposo, de nacionalidad sudafricana. Tras departir durante un rato y consumir un poco de café, los tres nos retiramos del hotel a 3:50 P.M., ya que los visitantes tenían que abordar un ómnibus que los habría de conducir a la playa de Varadero; ese vehículo tenía prevista su salida del Capitolio Nacional a las 4:00 P.M.
Cuando nos encontrábamos todavía en el soportal del aludido hotel, fui abordado por el agente de la Policía Especializada con chapilla número 37610, quien me solicitó el carné de identidad.
Expliqué brevemente a los amigos extranjeros que era muy difícil que estuviéramos en presencia de un hecho casual, y que lo más probable era que se tratase de un acto más de la oleada represiva antes mencionada; acto seguido les expresé que de permanecer en ese sitio correrían el peligro de perder el ómnibus, por lo cual no debían tener pena en retirarse del lugar, lo que efectivamente hicieron.
Expliqué brevemente a los amigos extranjeros que era muy difícil que estuviéramos en presencia de un hecho casual, y que lo más probable era que se tratase de un acto más de la oleada represiva antes mencionada; acto seguido les expresé que de permanecer en ese sitio correrían el peligro de perder el ómnibus, por lo cual no debían tener pena en retirarse del lugar, lo que efectivamente hicieron.
Permanecí durante aproximadamente un cuarto de hora junto al mencionado agente represivo y a otro que vestía uniforme militar de color verde olivo en las inmediaciones de la esquina de Prado y San Rafael. Decursado ese tiempo, fui conducido hacia la zona del Parque Central sita en Neptuno, entre Prado y Zulueta.
En las conversaciones efectuadas por los referidos agentes de la autoridad a través del equipo de comunicación portátil (walkie-talkie) que portaban, yo podía escuchar cuando informaban, refiriéndose a mí, que se trataba de un ciudadano detenido por "jinetero". Para los que desconocen el argot popular cubano (que —por cierto— es utilizado ampliamente por los miembros de nuestra policía), puedo aclarar que el sustantivo femenino "jinetera" es un neologismo con el que se designa eufemísticamente a las prostitutas. En ese contexto, su correspondiente masculino ("jinetero") designa generalmente al proxeneta o "chulo" que explota a esas mujeres públicas.
Tras permanecer parado en las mencionadas zonas por casi una hora, llegó finalmente al lugar un carro patrulla, en el cual fui conducido a la estación o unidad de la Policía Nacional Revolucionaria sita en Zulueta esq. a Dragones, en el mismo municipio de La Habana Vieja.
Antes de ser introducido a dicho vehículo se me practicó un registro corporal en plena vía pública y los agentes de la autoridad me esposaron las manos a la espalda. Todo ello motivó mi más enérgica protesta, para lo cual expresé en alta voz mi inconformidad con esos actos, así como con el hecho mismo de la detención y con la circunstancia de que ésta —según me repitieron los tripulantes del carro de patrulla— se realizaba por mi supuesta condición de "jinetero"; a esta calumnia respondí que toda la acción represiva se debía únicamente a mi condición de opositor al régimen totalitario.
A la llegada a la unidad policial me fueron retiradas las esposas y la mayor parte de las pocas pertenencias personales que llevaba conmigo, y fui encerrado en la celda. Allí coincidí con el disidente Héctor Julio Cedeño Negrín, dirigente del Partido Liberal de Cuba, quien me expresó que él había sido detenido en las inmediaciones de la cancillería de la Embajada de España, sita en la calle Cárcel entre Zulueta y Prado, al filo de las diez y media de esa mañana. Nuestra estancia allí se prolongó hasta cerca de las 8:20 P.M., en que ambos fuimos puestos en libertad.
Debo denunciar de modo especial la extrema falta de respeto que entraña no sólo el hecho de afirmar la supuesta condición de "jinetero" de un profesional universitario de 64 años de edad, sino también la acusación de "jinetera" (o sea, de prostituta) hecha implícitamente a una honorable dama recién casada que para colmo se encontraba acompañada por su distinguido esposo…
También debo señalar que, por las características y circunstancias de la detención, se trató obviamente de una más de las operaciones encubiertas realizadas ese día por la policía política cubana (la cual —por cierto— no dio la cara a lo largo de todo el proceso de mi detención) con el propósito de evitar el acceso del mayor número posible de disidentes invitados a la celebración del 4 de Julio.
Debo significar que, al menos en mi caso, ese objetivo no fue alcanzado, ya que, aunque como es lógico llegué tarde a la recepción —cuyo inicio estaba previsto para las 7:30 P.M.—, siempre hice acto de presencia en ella y tuve la posibilidad de informar a buen número de amigos cubanos y ciudadanos de diversos países extranjeros allí congregados acerca de lo que había acontecido.
En resumidas cuentas, todo este sucedido no representa más que un eslabón más en la ya larga cadena de atropellos y abusos perpetrados por el régimen totalitario castrista, y cuyas principales víctimas siguen siendo los presos de conciencia, que permanecen privados de libertad por el mero hecho de expresar con franqueza sus opiniones.
La Habana, 7 de julio de 2008.
Nota: Los abogados que constituyen la Corriente Agramontista de abogados cubanos en el exilio, condenan enérgicamente la detención de más de una veintena de opositores cubanos recientemente y suscriben la denuncia personal que el destacado abogado y Presidente de la Corriente Agramontista ha realizado con relación a su arbitraria y grosera detención.
Firmado: Juan Escandell Ramírez, Luis. F. Fernández, Pedro Fuentes Cid, Ofelia Nardo, Caridad Rafael, Antonio Pavoni, Santiago Gomez, Eduardo Agramonte, Ángel Cuadra, Camilo Loret de Mola, Jadir Hernández, Alexandra Salazar, Alfredo García Menocal, Félix Fleitas Posada.
Foto: tamine, Flickr
(Publicado en Payo Libre el 9 de julio de 2008)
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