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20 de agosto de 2011

Los artistas y la política.

Carlos Varela, Polito Ivañez y Silvio Rodríguez

En estos días Pablo Milanés está en el candelero. La cosa viene primero por unas declaraciones, luego otras y otras. Un concierto en Miami. Gente a favor y gente en contra. Y yo me pregunto: en el caso de los artistas: ¿dónde trazamos la línea entre el arte y la política?
Reconozco que Pablo Milanés tiene talento. Hay canciones de él que me gustan, pero ni él, ni Silvio Rodríguez, al que considero un gran poeta, han sido nunca santos de mi devoción.
Viví en Cuba hasta que cumplí 25 años y jamás fui a un concierto de ninguno de ellos. Tampoco escuchaba su música, salvo en la radio. Me gustaban de Silvio su Unicornio azul y el Ángel para un final y una canción peculiar que cantó en el anterior congreso del partido creo, con una camisa blanca de grandes bolas negras. Ya en España me ha gustado mucho una canción preciosa que se llama Demasiado.
De Pablo me gusta Yolanda. Silvio y Pablo son una pareja inseparable en mi memoria. Recuerdo que en la TV cubana pasaban sus multitudinarios conciertos en Chile o España. Son grandes artistas al servicio de una dictadura. Algo que han hecho otros muchos, dentro y fuera de Cuba; como Lola Flores, por ejemplo, que cantaba para Franco.
Según diversos testimonios de amigos y novias de los trovadores cubanos por excelencia; testimonios de hace años unos y otros más cercanos en el tiempo, ambos son muy críticos con los Castro en la intimidad de sus descargas nocturnas en sus mansiones. Esto acabó con lo poco que podían gustarme ya.
Pero no me libro de ser devota de otro artista controversial: Carlos Varela. De Carlos sí que soy fan. Hasta le hice dos “videos clip” que en Youtube han recibido miles de visitas y que están linkeados en la página oficial del cantante. Me refiero a Fotos de Familia y a Guillermo Tell.
Carlos encendió una mecha en la juventud cubana que gustaba de ir a sus conciertos, allá por el año 1994; y antes y después también, hasta que se “reformó”.
Recuerdo un concierto que diera en el Teatro Nacional. Todas las puertas estaban cerradas y había cuatro policías delante de la única hoja de cristal que estaba abierta. Ni yo, ni mis tres amigas y compañeras de trabajo de Radio Enciclopedia teníamos entradas, sino pases de prensa que alguna de ellas había conseguido junto con algo mas para animarnos.
Una multitud de jóvenes se concentraba frente a esos policías. Nosotras estábamos muy contentas hasta que de repente alguien gritó: ¡Empujen! Solo me dio tiempo a agarrar la mano de mi amiga Ana que tenía un ataque de risa incontrolable. En cuestión de segundos la molotera nos hizo atravesar la estrecha puerta de cristal y empujó a los policías escaleras arriba. Allí se detuvo el cauce humano unos instantes y yo escuchaba que Ana me llamaba pero yo no la veía. Mis hombros casi se tocaban bajo mi mandíbula, de tan apiñados que estábamos sobre los escalones. Ana seguía llamándome y yo sin verla, pero aún tenía su mano agarrada a la mía. Los nervios me dieron por reírme, hasta que Ana dijo: “¡Aquí abajo, estoy aquíiii!
Entonces miré hacia abajo y allí estaba ella, a la larga sobre los peldaños, cabeza abajo. Me oriné. A duras penas pudo levantarse. Gracias a Dios porque en breve estaríamos en primera fila, junto a los altavoces y los cuatro policías. Fue un gran día, un gran concierto. No como el otro. El último al que asistiría y al que no pude entrar porque mi mamá fue a buscarme cuando se enteró de lo que estaba pasando al otro lado de La Habana. Fue el 5 de agosto de 1994.
Recuerdo unas palabras que Silvio escribiera en uno de los plegables de un concierto de Carlos: “Yerran los que acusan a Carlos Varela de hipercrítico y yerran los que toman sus canciones como emblema de sus propias inconformidades.”
Ahora Carlos y Pablo cantan en Miami y junto a Silvio hacen declaraciones en contra del sistema y a favor de ciertos derechos de los cubanos, que no todos. Se trata de un intercambio cultural en el que han participado otros artistas, como el humorista Ulises Toirac o Los Aldeanos. Estos últimos están contra todas las banderas, desgobierno y exiliados.
Lo curioso es que tal intercambio no existe, porque es en un solo sentido, de Cuba pa Miami. Uno de los promotores de tales eventos es el productor Hugo Cancio, con el que he mantenido una comunicación cordial durante los dos últimos años. Le he manifestado mi admiración por cosas que ha escrito; y porque me ha parecido sincero en su afán por unir a Miami y La Habana. ¿Quién puede no identificarse con la unión del pueblo cubano?
Sin embargo le he preguntado recientemente tanto pública como privadamente por qué la vía del intercambio cultural tiene ese solo sentido y solo he recibido silencio como respuesta. Incluso le pedí una entrevista, un artículo, lo que quisiera, pero ni siquiera me ha dicho que no.
Yo quisiera saber si Hugo ha hecho alguna gestión para llevar a un artista cubano exiliado a cantar en Cuba. Unos días antes de escribirle descubrí en YouTube una entrevista a Gloria Estefan, donde la artista le explicaba a María Elvira por qué ella no cantaría en Cuba ni aun cuando se lo permitieran.
Respeto la posición de Gloria, aunque no pude evitar imaginar cómo sería que cantara Mi Tierra en la Plaza de la Revolución; o hasta en la Tribuna antiimperialista. ¿Se imaginan eso ustedes? ¿Se imaginan a Gloria cantando Cuba Libre en La Habana? Sería aplastante. Aun cuando, como ella teme, las brigadas de respuesta programada le lancen tomates o huevos; aun así sería muy emocionante. Me erizo.
He visto que hay una petición de firmas en actuable con destino a la UNEAC para que Willy Chirino cante en La Habana. Desconozco si quien ha organizado eso le ha preguntado a Willy si él cantaría en Cuba si le dejasen. Tal vez esa sea la razón de sus recientes declaraciones a favor del respeto y la tolerancia para con Pablo Milanés y su presentación en Miami. ¿Se imaginan a Willy cantando “Ya viene llegando” en Cuba? ¿Se lo imaginan cantando “Que se vaya ya”? Soñar no cuesta nada y es requisito indispensable para que ocurran los milagros.
Entretanto sigo queriendo saber si a Hugo Cancio le interesa hacer una gestión para llevar artistas tan grandes como estos a Cuba. Si estos artistas tan amados por su pueblo, tan escuchados a todo volumen a pesar de las prohibiciones oficiales, se han negado o si ni siquiera han sido invitados a hacerlo. Y si algún día podré ver en las noticias que han hecho un concierto por la Libertad en La Habana; no con artistas españoles o colombianos o puertorriqueños, sino con los ídolos, orgullo de millones de cubanos, precisamente porque son talento fruto de esa tierra maravillosa que nos vio nacer.

Liú Santiesteban

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