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15 de febrero de 2007

Por mis vacaciones, pa' que no me extrañen!

Tupi, como puedo comenzar este email, con la impaciencia de poner en palabras tantas ideas que ya estuvieron en mi mente y la imposibilidad de correr a sentarme a tu lado no dejaron expresar. Acabo de leer en este momento "Aquel año en Madrid", en tres días, que comenzaron dos minutos luego de finalizar "El Rojo en la Pluma del Loro" al cabo de una semana. Hacía años (cuando además lo hacía por farándula hasta que le tomé el humedecedor gusto) en que no me aferraba al papel con fuerza tal de descuidar todo tipo de obligaciones, quedarme pegada a la curiosidad y temor, nervios por el próximo suceso y nostalgia tremenda al ver acercarse las últimas hojas. Este Chavarría es un maestro del suspense y a mi me ocupó la mente como profesional del atrapamiento. Agradece a Nesi y dile que sin dudas le devolveré sus libros y le agradeceré personalmente este suceso literario y vivencial que a continuación paso a relatarte.
Como de locas se suceden las cosas. Que te voy a decir a ti, que por vida y profesión conoces el mecanismo. Hace unos dos años (tal como Chavarría no voy a mencionar nombres) conocí un amigo de un amigo a través de Internet. Su nombre estaba en mi retina, en Cuba lo había escuchado mencionar mucho, era amigo de varios amigos y un consabido personaje, pero porque no había llegado la página de su intervención, nunca me topé con él. Un día recibí un correo de este amigo mío el cual él, también estaba consignado a recibir. Al ver su nombre me asaltó la curiosidad, le escribí hablando de mí y del porque lo contactaba. Para mi sorpresa me contestó inmediatamente y comenzamos una larga amistad virtual que se volvió cada vez más cercana. Yo diría que lo más cerca que en línea la piel puede estar. He de aclarar que la mención de la piel en nada se refiere a lo carnal. Acercándome a Chavaría te contaré que un día mi amigo me dijo que le encantaba como yo escribía, que disfrutaba mis giros intelectuales- reparteros- cubano- universales y que como a él mismo también le encantaba escribir le gustaría que escribiéramos una historia a dos manos. Qué me dijeron?! Con mi ancestral fanatismo por los cadáveres exquisitos, mi adoración por escribir, cosa que no termino nunca de hacer por falta de disciplina e inseguridad en mi misma, tenía ante mí la gran motivación; comprometedor, entretenido y sin pretensión alguna de convertirse en escritor famoso ni ser editado (se que a pesar de ser profesara de lenguaje manejo la gramática, retórica, puntuación y demás recursos como me viene en ganas la comunicación). La bola comenzó a rodar y llegando finalmente al préstamo de Nesi, él escribió la pauta y esta decía más o menos así: los narradores de la historia escribirían cartas a amigos contando algo que les sucedió. Adivina, Tupi, que les sucedió? Bueno, sí, bueno, hace dos días atrás lo volví a leer, casi literalmente, en la contraportada de “Aquel año en Madrid” y cito “Un joven conoce en una travesía por mar hacia Europa a una bellísima mujer (…)” y patatin y patatan. Algún día me lo voy a encontrar para agradecerle al muy copión la anécdota de vida y este pequeño cuento, que sin pretensión alguna como antes mencionara, pero con mucho orgullo y cariño, en aquellos días escribí. El nunca siguió la historia. No sé si por falta de tiempo, ganas, talento o por vergüenza, porque dime tú, Tupi sabio y perceptivo, fuera de novela y en la vida real, ¿pudo haber sido una casualidad)
Aquí adjunto el cuento como regalito, o devuelta de regalo, porque si no hubiera sido por Nesi, amiga que conocí por ti y he llegado a querer tanto y a motivar también su cariño de forma tal que me “prestó” tantos de sus libros preferidos, nunca hubiera llegado a atesorar esta historia que me ha llenado de energías e hilarante sensación de complacencia.

“Aquel Año en Internet” (Titulo provisional recién inventado)

Carta I
Amiga, después de tanto tiempo de andar por el mundo queriendo saber porqué y como primero fue el verbo, se hizo la luz. Tengo una nueva sensación en el cuerpo, que como todas es difícil de relatar. De nada me sirven tantas palabras aprendidas para explicarme y contarte este nuevo sentimiento.
Recuerdas que te hablé de mi último viaje?. Había decidido regresar en barco. Nunca había viajado por este medio y encontré que era una oportunidad muy conveniente para organizar mis ideas, concretar un poco del trabajo y de la vida. He estado tan sola con palabras salidas de tantas y ninguna boca, que se instaló en mí la necesidad de plantearme de una buena vez hacia donde iba todo este buscar.
Es más que sabido que de nada vale la búsqueda, porque lo necesitado llega, ahí donde menos uno lo espera, se para frente a ti. En este caso pedía un café y juntaba las monedas para pagarlo. No sé su nombre, me aburrí de la identidad que uno recibe cuando llega a este mundo, lo voy a llamar: ÉL.
Sí, no te desesperes. Sé que debes estar sorprendida de que esta vez te hable de una persona, de un hombre y no de tesis y proyectos.
Esa mañana desperté temprano, muy mareada con la falta de costumbre de no tener los pies sobre la tierra. Necesitaba un café, bien fuerte como me gusta a mí, tú sabes, con mucha azúcar. Aún no entiendo como alguien puede cambiar el privilegio de saborear esta granulada y natural sustancia, prefiriendo una pastillita química con sabor a medicina.
Eso pensaba cuando llegué al mostrador y lo vi a Él. Fue mágico y loco observarlo a cierta distancia. Le era difícil hurgar en sus bolsillos. La ropa tan holgada se le enredaba entre las manos con todo el viento de cubierta y parecía que pronto saldría volando. Yo creo que fue esta rara percepción la que me instó a que lo retuviera ofreciéndome a comprar su café. En principio no quiso aceptar. Me dijo: No, chica, no te preocupes, si algo me queda por aquí. Pero realmente no le quedaba y entonces cedió un poco complicado.
Mientras retiraba los dos cafés me puse a pensar en Italo Calvino y sus Amores Difíciles, después cuando me contó que había nacido en Cuba, que era músico e hijo de un personaje importante del gobierno, pensé que era una tremenda coincidencia y que si Italo estuviera vivo, extendería definitivamente la edición con este material que de repente le estábamos ofreciendo.
No te burles de mí por lo que ahora acontece, pero creí que me mentía, tratando un poco de hacerme olvidar el café que tuve que pagar por él y colocando en su historia algo que motivara seguir por todo el viaje, tal como sucedió, hablando con ganas. Yo lo dejé contarla. Hay que reconocer que su imaginación era tan o más extensa que su ropa y que además conocía con detalles y anotaciones inéditas el cuento que ahora pretendía que yo creyera.
Amiga, mi historia me pareció fatua al compararse con el camino que Él decía haber recorrido, así que eché mano a mis palabras y le conté que yo que estaba de novia con el príncipe de España, que viajaba a visitar unos amigos y que posiblemente, tal como iban las cosas algún día sería reina.

Aquí te dejaré hoy, solo comentarte antes que no he parado de escribir desde ese momento, que me arrepiento como siempre de que en esta parte del mundo no haya islas pérdidas donde haber naufragado y que extrañamente tengo la sensación que aún me queda mucho que vivir de este encuentro inconcluso. Te ha pasado acaso el hecho de tener la certidumbre que aún no ha llegado el final?.
Cuando vuelva a sentarme a esta máquina pensando en ti, como ya sé, de seguro estaré pensando en Él. Te cuento más de esta historia que ambos vivimos en la imaginación y que yo no puedo parar de seguir alimentando, como si para tener la certeza que en realidad sucedió, que existe y hasta que existo, tuviera que llevar para siempre su imagen tras mis ojos, mirando con inquietud mi vida por venir.

Estoy tranquila y arropada con una tibieza desconocida.

…………… .
Carta II.

Amiga, han pasado varias semanas y mi doble vida no me ha permitido escribirte. Por más que intente explicarte no entenderías. Pero necesito decirlo y a ti. Ya sabes de mis locuras y añoranza de milagros. Esto en nada cambiaría tu percepción.

Unos días después de mi llegada, aún seguía con la misma sensación de presencia. Como una mirada prendida. Esa energía que rosa y no sabes su origen. Pronto lo iba a saber aunque trabajo me costó asumirlo.
Una noche hace exactamente tres semanas llegué súper tarde de ver unos cortos eróticos que filmó un amigo. Después de subir cinco pisos de escalera de caracol, que ni marihuana hubiera hecho el mismo efecto, llegué alucinando al 503. Y sí, créelo, la puerta entreabierta me dejo vislumbrar una camisa blanca que volaba desde la ventana con un hombre adentro envuelto en volutas de cigarro francés. Su cara se volteo al sentir mis pasos atolondrados y por un segundo o muchos siglos, vi su rostro blanco y sencillo como escultura de aficionado artífice griego. La ciudad se alejó, el sonido del mar y Gerardo y La Distancia sirvieron de banda sonora. –Tú? – Yo?. Diez personas salieron correteando de la nada con sendos pitos en sus manos rompiendo la corriente que dividía nuestros espacios. Apenas alcancé a correr y tomar su mano venciendo la multitud de gente volando que pasaba a nuestro alrededor como en segundo plano desenfocado que no dejaba hablar, ni decir, ni entender.
Que loca escena, todos me saludaban y comentaban de lo bueno de las imágenes, siendo que yo no soltaba su mano caliente a través de la cual se me revelaba la añoranza de los días. – Si, yo también sabía que te encontraría en algún lugar cercano. Esto de dejar las cosas al destino con esa creencia de saberlo escrito tiene sus satisfacciones y aquí estamos. Luego de eso salimos de allí donde no teníamos tiempo ni ganas de compartir lo poco o mucho que nos ofreciera el pergamino de la vida esta vez.
Mi cuarto nunca estuvo tan alumbrado con tan poca luz ni tan caliente en pleno invierno. Su historia era verdadera, la mía falsa y se dijo, se rió y celebró por la mentira inocente, esa que deja un poco vivir lo no alcanzado.
Tres días transcurrieron desde la ventana y las volutas. Llenos ellos de juegos y filosofía. También hablamos de las cosas simples, los olores, las palabras, la confianza y la esperanza. Me contó de un viaje largo que pensaba hacer. Quería conocer porque la gente era tan diferente e igual en el mundo. Las conexiones que se han establecido y de su certeza que mucho antes de Internet y la mal llamada aldea global, los seres humanos no las habíamos pasado entregando y recibiendo herencia. Solo tenía un problema y era que quería, como los viejos exploradores, salir de un lugar que lo motivara a regresar al mismo punto, no lo había encontrado.
La última noche que recuerdo estaba doblada dentro de su cuerpo como si siempre hubiera existido así, en perfecta armonía con otra línea de piel. No hablamos nada, nunca antes el silencio fue tan cómodo para mí. Cerré los ojos en un suspiro profundo y amaneció.
El frío terrible en mi espalda anunció su ausencia, miré con miedo el sonido que venía de atrás. Con enormes letras rojas encontré su despedida en mi pared. YA ENCONTRÉ DESTINO, VOLVERÉ A PUERTO CUANDO MI BARCO LLENO DE RIQUEZAS Y CERTEZAS PUEDA SER ENTREGADO JUNTO A MI VIDA AQUÍ.

6 comentarios:

  1. Aplaudanme y recuerden que mañana hay matine!!! Me voy de vacaciones, voy a ver si me doy un tiempito pa' visitarlos desde Santiago o Buenos Aires!!!! Uy que vida mas sana, que aire más puro!!!!
    Besos!!

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  2. Clap, clap, clap... (onomatopeya de respeto)

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  3. Kuky finalmente lo leí...
    y como te conozco tan bien y siempre voy corriendo a hacer analogías terminé llorando como una comemierda. Bueno cada cual llora como puede, dirás, jejeje

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  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  5. Horizonte Vertical

    Alguien me contó que alguien leyó que alguien había secuestrado el horizonte. Tan solo para verificar si era posible doblegar el deseo de volar los ojos en su continua persecución. Borrarlo. Así, como si fuera tan fácil agarrar un borrador y desaparecerlo, como si fuera solo un trazo en un papel. Como si fuera una falta de ortografía de Dios, o del dios del alguien. Por mucho azoro que me cause –de ser cierto- en el fondo estoy tranquila. ¿Acaso alguien no sabe que el Horizonte no es mas que un sueño colectivo?, una fantasía alimentada por muchos ojos afanados en perseguir sus sueños más lejos de lo posible?, ¿acaso no sabe que la única forma de borrarlo es quitarnos a todos nuestros ojos, y de paso, nuestros sueños? Jaja, de todos modos, acaso no sabe que los que vivimos escondidos entre torres de concreto tenemos horizontes verticales? Cualquier rendija es escenario hacia el infinito, a donde viajan raudas las pupilas hasta posarse suspendidas, mientras más lejos, más adentro. Ya varias veces he visto desaparecer toda una cordillera detrás de la bruma. He querido imaginar que de pronto, se va a escuchar el bramar de los barcos y ese muro vertical se va a disolver para dar paso al mar. Es un sueño recurrente, un lugar donde mirar, sin dejar de soñar lo mismo, exactamente, que si estuviera –en verdad- con los pies hundidos en la arena húmeda. Basta con cerrar los ojos, no ver nada… pero sentirlo.

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