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9 de febrero de 2007

¿Te acuerdas flaca?


En Tapaste… después del arroz con huevos fritos, le dije a la tía que nos iríamos a dar una vuelta… ella nos miró con una sonrisa picara y sin dientes. ¿Cuantos años teníamos? ¿Yo 19 y tu 17? ¿Recuerdas que a la salida de aquel bohío moderno había un terraplén con matas de mango? A ti te dio asco aquellos mangos apachurrados en el suelo, con manchas negras y gusanitos y picotazos de pájaros. Pero los mamoncillos si te gustaron… fuimos chupando semillas hasta el potrero. Había un olor fuerte a boñiga de caballo y tu te pusiste a temblar, casi excitada, a causa de los resoplidos y los relinchos. Yo te protegía de nada, ¿te acuerdas? A mi me parece que fue ayer… al fondo del establo comenzaba el prado verdísimo y lejos, al centro, la Ceiba con su sombra redonda, de mediodía. Yo te abrí la cerca de alambres de púas, pasaste y pude ver la raíz de tus muslos. ¿Y después, flaca? ¿Cuento lo que pasó? No había un alma por allí. Las raíces de la Ceiba parecían pasamanos de una escalera colonial y yo me senté en una. Recuerdo que la conversación rondaba en torno de cuán linda es la naturaleza, sobre todo si se viene de visita… Luego tu otra lasciva comenzó a aparecer y terminaste sobre mi, abrazada como si temieras caer… Qué bueno que tenías aquella saya de mezclilla. Con mis manos en tu cintura yo dibujaba oscilaciones. Tu te encargabas del ritmo. Mirabas en derredor… hoy por hoy no sé bien si temías que te sorprendieran o todo lo contrario. Me puse a hurgar dentro de tu blusa, pero ya era tarde, se te arquearon las cejas, como siempre, se tensaron esas dos cuerdas a lo largo de tu espalda… Tu cuerpo, flaca, era una sola fibra crispada, tetanizada. Tus orgasmos siempre parecían enfermos, crisis que me sorprendían… Cuando te venías flaca, eras una criatura convulsiva y egoísta. Y debajo de la Ceiba no fue diferente. ¿Y yo flaca? Te acuerdas de mi cara? Mi cara decía gracias naturalezaceibaraízcampoverdemangomamoncillooo… Yo que te inoculaba, era a mi vez envenenado. Entré en el juego de los espasmos contigo, flaca, qué rico. Miré hacia arriba y el árbol me guiñó uno de sus ojos.

Después, hubiese sido cómico ver cómo nos arreglábamos apurados, como si solo en ese momento podría aparecer alguien. Al regreso yo me reía de tu nariz roja.

Cuéntame flaca anda, si te acuerdas de la Ceiba, en Tapaste…

9 comentarios:

  1. Magia, muy buena idea el blog colectivo. No sé si estoy invitado, pero veo que me has dejao un link.
    Ahí te va una modesta contribución para que la cuelgues si te parece bien. Ponle una ilustración bonitilla, please.

    Novia rusa

    En el café vendían unos pomposos helados cubiertos de crema y un champán de extraña turbulencia, bautizado como Sovietskoe Champanskoe (derroche de literalidad característico del comercio en aquellos predios). Sólo servían champán con helado; por eso en todas las mesas se veían aquellos pastosos montículos a punto de convertirse en islas volcánicas. A la tercera o cuarta frase preguntó tímidamente por mi acento y después de mis precisiones me dijo que justo en esos días había leído un relato (de Conrad) donde aparecía un personaje llamado Cuba Tom, no porque fuera cubano (al contrario, el autor lo definía como “un típico ejemplar de lobo de mar británico”), sino por ciertas aventuras que había tenido en la isla y que eran el tema favorito de las largas historias que contaba al anochecer. No conocía el relato, le dije, pero podía imaginar las aventuras.
    Dos semanas más tarde, cuando volvimos a vernos, me di cuenta de que se sentía incómoda, como si aquel segundo encuentro no fuera la prolongación lógica de su inicial simpatía, sino un gesto entre cortés y expectante. Con algo de esfuerzo conseguimos salvar también aquella conversación. Empezamos a vernos algunas tardes, a intercambiar libros e invitaciones. Recuerdo ahora su manera de repetir un comodín sarcástico (“Dadas las circunstancias”), que me impedía distinguir entre la confesión y el sarcasmo, entre el placer que tal vez le producían aquellos encuentros y su conversión en hábito de muchacha sin nada mejor que hacer. “Dadas las circunstancias”, pri takom rasklade, íbamos a cenar, al cine, o directamente a su casa, sin necesidad de precisar el significado que esas palabras lanzaban, como cuentas de un collar roto en una escalera o tímidos acertijos acompañados por el gesto, tan inevitable como inútil, con que expresamos a destiempo la intención de rescatar algo mientras lo suponemos demasiado lejos ya, espiral abajo, en un lugar recóndito.
    Yo no conocía a nadie más en la ciudad. Bueno, en realidad sí conocía a alguien, pero se había ido de vacaciones, dejándome a cargo de un vecino al que nunca encontré. A esa confusa circunstancia se agregaba la luz característica de aquellas latitudes, pareja habitual de los halos temblorosos en torno a los faroles y de los fantasmales movimientos de los camareros, esas maneras con que, tras decidirse a abandonar su pose contemplativa, descorchaban y servían nuestro brebaje burbujeante para retirarse enseguida a una misteriosa trastienda. Tal vez por culpa del champán todo me parecía un error de percepción, impresiones a las que sólo yo dotaba de significación y permanencia, y que, en el fondo, eran tan arbitrarias como la foto de una secuencia, desechada porque muestra el detalle burdo, casi ilógico, de una serie –alguien sorprendido por la lente con el pie levantado en el acto de caminar– o un reflejo indiscreto en el corredor de alguna mansión de los horrores.
    Durante todo el tiempo que nos vimos no dejó de asaltarme aquella sensación de irrealidad. Diálogos inconexos alternaban con brumosos silencios hasta que, como peces cansados de boquear con muda desesperación en un mundo ajeno, recobrábamos de pronto la comodidad del estanque y la noche precoz nos devolvía a la fluidez de lo acostumbrado: dos cuerpos, uno que duerme mientras el otro escucha el zumbido lejano de una aspiradora o la exagerada vibración de los cristales de la ventana, cubiertos por una delgada película de escarcha.
    En la habitación había un piano bajo el que se agolpaban un montón de cajas y carpetas. Dos butacas raídas, un reloj de péndulo, varias reproducciones de Soutine. La calefacción siempre estaba demasiado baja. Los abrigos goteaban en el recibidor a la luz de una lámpara forrada en papel, con forma de linterna japonesa.
    Algo cambió después de la tercera visita: el desasosiego se volvió natural, y los sentimientos encajaron poco a poco en su sitio, despojados de aquella distintiva irrealidad primera, como un velo arrancado por el torbellino ansioso de los detalles –ciertas frases, sus manos nerviosas, el recuerdo de sus uñas, tan brillantes que parecía húmedas–, y ese sinfín de sensaciones indefinibles que procuramos convocar en lugar de las dolorosas, truco con que se aspira a volatilizar el dolor hasta que descubrimos que el dolor se agudiza precisamente por causa de esas metamorfosis.
    ¿Fue la melancolía del adolescente recién llegado a un país extraño la gota que colmó aquel vaso de circunstancias? ¿O en realidad me había acostumbrado a la idea de enamorarme como quien emprende una nerviosa carrera al ralenti, con la convicción de que ese oscuro bosquecillo oculta la calle perdida hace apenas unos minutos? Aquel mundo tenía muy poco que ver conmigo, pero me gustaba pensar lo contrario, imaginar que yo siempre había formado parte de él. Algo aprendido, por supuesto, en las novelas que leía entonces. En esos años confusos me ejercité para vivir entre fantasmas –más reales que muchos seres de carne y hueso–, cuyo teatro mudo es también un conjunto de nociones salvadoras, la visión beatífica donde posamos para nosotros mismos.

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  2. Hay flaca.......que recuerdos jajajajaja.

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  3. Acabaste Doc, con este post! Te lo juro que me tuviste en vilo hasta la mitad más o menos porque bien podía ser yo esa flaca, jajajajaja y pensé que un antiguo novio y actual gran amigo me estaba cogiendo "pa´eso" jajajajajajaja. Muy bueno de verdad.

    Ernesto no sé si hacer un post con tu bonita historia, te envié un link para que te inscribieras como autor del blog. Si quieres vuelvo a mandarte la invitación para que lo cuelgues tú mismo con la foto que quieras. Sino ya lo hago yo, pero la gracia es que al final aparezca: "publicado por ernesto"

    Un beso a todos, más suerte y más magia cubana...

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  4. Magia, el otro día quise localizar vuestro blog colectivo por Google y no lo encontré, ahora a través del buscador de blogs di con él sólo poniendo cuba21. Aún no lo he revisado, pero fue una sorpresa ver que uno de los realizadores firma Cuba Press, nombre de la agencia de periodismo independiente creada por Raúl Rivero en septiembre de 1995 y a la cual pertenecí hasta mi salida de Cuba, en noviembre de 2003. A primera vista no me ha gustado el fondo blanco, si pudieran ponerle un color azul claro o verde, lo resaltaría más. Te descubrí en el blog del cubano de la isla, que es al único que estoy entrando, ya marqué el de ustedes entre mis links, pero me gustaría conocer algunos más hechos desde la isla, te agradecería me sugirieras otros, en el estilo de Todo el mundo habla y Mi isla al mediodía. Saludos desde Suiza, Tania Quintero

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  5. Ciertamente Maga, no eras tù, al menos en este caso y si mi memoria no me falla...

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  6. la primera vez que bebi la miel de tu panal abierto el mundo se rompio en mil arcoiris
    fuimos un solo olor una sola e inacabable caricia un hacer y hacer hasta dormir de fiesta y goce
    no pudimos volver esa noche
    la puerta solo se abria al amanecer pero la madrugada nos sorprendio en la tierra desnudos y crispados, ahuyentando a los insectos con orgasmicos gemidos
    fue la primera vez alli bajo los naranjales y amamos como nunca mas lo hemos hecho a pesar de tener solo 17
    no volvera ese dia ni muchos mas en que enamoramos al amor sin miedos sin dudas sin celos simplemente con tu sexo y el mio
    recuerdas muchacha tu flor rosada y mi fruto rojo?
    esos fuimos flor y fruto


    Al Rodriguez

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  7. Caro que no soy yo Doc. Y lo supe a mitad del relato porque no aguanté y fui a ver quién era el autor, entonces comprendí que el título y el principio sólo eran una coincidencia...

    Tania no tengo ni idea si el autor que firma Cuba Press perteneció o no a esa organización que dices, mejor que te responda él.
    En cuanto al color de fondo no sé cómo cambiarlo, elegí una plantilla blanca por su significado simbólico, ya sabes la paz, la pureza...

    Un beso a todos, mucha suerte y mucha magia...

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  8. la historia de la flaca ha sido lindisima. quizás la hemos vivido todos. es poética, romántica y sobre todo humana y cubana. me ha encantado.

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  9. Ay! Yo también me crei esa flaca, que suerte la de esa flaca! Recuerdo con gran apretazón en el pecho y otras zonas erógenas las visitas al campo. Al menos para los habaneros el campo y los campesinos (aunque a veces los descriniminamos injustamente) siempre han tenido un gusto muy especial y lividinoso (cuantas no echaron su bote a la mar en la escuela al campo) Yo tuve la suerte de visitar un maravilloso "pueblito (en realidad central azucarero) en la provincia de Cienfuegos que se llama Constancia. Era maravilloso y totalmete surrealista, cada vez que regresaba a la Habana era como despertar. Obvio que tuve mi amorcito guajiro por alla, pero era chiquitica y no me dio pa' la Ceiba, lamentablemente. Hace poco casi me roba el corazón un guajiro de Camajuani, y la verdad que tenía su ciencia el Guajimenes, un gustazo!!!!!

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